Los sonidos de la gente al murmurar, los
sonidos de la gente al hablar a tu espalda, los sonidos de la vergüenza
que rodea tu mente y no te deja en paz, que te hace suspirar por un
acierto, por algo bien hecho, por algo que nos haga respirar, por algo a
lo que abrazarnos, algo que nos haga felices por un instante, algo que
nos haga sacar los colores, con los que pintar la oscuridad que nos
rodea la vida triste y mísera.
Llena de obligaciones para los demás,
una oscuridad que nos ciega y nos hace esclavos de los monos
triunfadores, en este caso de aquellos monos que nos impiden ver la
luz, sacar nuestras energías de dentro, de nuestra alma prisionera que
pide un sorbo de aliento para poder sacar sus poemas y canciones, para
que floten en el infinito de artistas inmortales. En un limbo lleno de
artistas olvidados y corazones solitarios.
Es el silencio el que calla la verdad,
el que nos muestra unas voces que no dicen nada, que solo ordenan lo que
tenemos que hacer, para agradarles a ellos, para que ellos, los monos
una vez más, nos permitan respirar y seguir vivos en este valle de
lágrimas.
Sin colores, sin luces que muestren un
atisbo de realidad, una muestra de que el mundo utópico sigue en pie,
sigue vivo, dentro de nosotros, pero al no poder sacar la voz cantante o
recitada, no podemos explicar que estamos ahogándonos en un mar vacío.
Lleno de penas, de tristes palabras que hunden más la autoestima.
Que
nos apartan del camino de la revolución mental, de la verdad, de la luz,
de la sobriedad, de la inocencia.
De poder dar a los monos en la cara,
solo depende nuestra propia valentía para ver nuestro propio interior,
nuestra propia verdad, y la valentía y oportunidad, para enseñársela al
mundo, para que el mundo vea, escuche, oiga y después actúe en
consecuencia. Para que la revolución sea mental, no física, indaga en tu
laguna de recuerdos, de tristeza, en tu mundo interior, particular,
mágico, único y verdadero.
Busca tu pasado, encuentra tu raíz, tus
vidas pasadas, aún quedan fotos en el libro de tu memoria, ese que
recopila tus hazañas, tus vivencias, para que cuando nos volvamos a
enfrentar a esas situaciones, podamos desenvolvernos bien y mejor. Esos
recuerdos te darán pistas, señales e indicios de tu personalidad, no
escuches a quienes te digan lo que eres, a quienes te digan tu cometido,
solo tú puedes, debes y lo averiguarás, solo debes estar concentrado
para abrir tu mente, preparado para percibir tu interior, el exterior no
debe molestarte, alterarte, cambiarte nunca, abre, ve, escucha, siente,
percibe tu verdad, tu personalidad, sé libre del murmullo, de la sorna,
de la réplica, de la mentira, de la falacia, de la embriaguez de la
palabra, del orgullo, de los piropos, del recelo, de la falsedad de los
monos triunfadores.
Solo escucha el silencio que habita
dentro de ti, verás las cosas más claras, verás la claridad del nuevo
día, de la realidad imperecedera pero escondida en tu memoria, en tu
historia, en tu ADN, en tu sangre derramada, en tu palabra vertida, en
tu flecha lanzada una vez hacia el cielo, hacia la luna, dispuesta a
encontrar tu sueño de artista, de profeta de advenimientos, de
futuribles acontecimientos para el utópico que te escuche, dentro de la
verdad escondida por los monos triunfadores, el sonido del silencio.