Tiempo de calidad
Por Dolega 9 octubre, 2013 Actualidad 2 comentarios
Hoy por primera vez en mucho tiempo no he sabido qué contestar.
He coincidido por mi pueblo con una joven madre, con la apenas tengo relación, pero ya se sabe que en los sitios pequeños, basta que te cruces por la acera y tengas que ponerte a departir, aunque sean unos minutos, con la persona que te saluda.
Iba con su hija, un bebé de unos 18 meses y por supuesto le he dicho lo preciosa que me parecía.
Ella muy orgullosa, como es normal, me ha contestado que estaba feliz con su niña y que se sentía muy afortunada por poderle dar tiempo de calidad a su hija.
Yo he sonreído y me he despedido sin más, pero llevo todo el día dándole vueltas a la frasecita de marras, porque últimamente lo del “tiempo de calidad” lo escucho muy a menudo, curiosamente solo en referencia a los niños. No suelo escuchar “dar tiempo de calidad” a tu pareja ó a tu jefe ó a tu compañero de trabajo ó a tu vecino, no; parece que los únicos merecedores de esa delicatesen de tiempo son los niños.
¿Qué diablos quieren decir con lo del “tiempo de calidad”? ¿Les he dado a mis hijos tiempo de calidad ó simplemente les he ofrecido minutos chopped y horas mortadela?
Pues lo cierto es que no lo sé porque parto de la base de que todo el tiempo que doy es de primera calidad; a mis hijos y a todo el mundo con quién me relaciono, pero no lo sé.
Con respecto a ellos, he tenido claro siempre que, ante todo, era una madre y que tenía una gran responsabilidad como educadora, formadora y ejemplo para ellos.
El tiempo que les he dedicado, siempre ha tenido el mismo valor para mí.
He puesto el mismo interés, cariño y dedicación para contarles un cuento todas las noches antes de dormir, que para aguantar veinte minutos de reloj hasta que se hicieran el lazo de los zapatos ó para apuntarlos directamente con la espumadera a modo de espada laser mientras les decía “Te lo advierto por última vez, como no te comas el maldito huevo frito que has estado pidiendo durante cuarenta minutos sin cesar, te lo meteré en la nevera y será tu desayuno comida y cena hasta que te lo comas”.
Siempre me ha parecido que pasarle la aspiradora a su habitación era importante y ese tiempo que yo invertía era de la misma calidad que jugar con ellos un día de lluvia.
No he escatimado tiempo en estar pendiente de sus necesidades y hemos pasado juntos momentos inolvidablemente divertidos, pero nunca me he sentido culpable por decir, si te aburres, juega e improvisa tú solito.
He evitado de manera intencionada, el pretender hacer de sus vidas un eterno parque de atracciones, no me parece sano. He intentado hacer que disfrutaran de las cosas buenas y que tuvieran recursos para superar las cosas malas.
No sé si en los años que llevamos juntos, nos hemos dado tiempo de calidad los unos a los otros, a lo mejor solo nos hemos dedicado a intercambiar minutos a punto de caducar por días de segunda clase, no sé… Pero lo que sí tengo claro es que hemos compartido y lo seguimos haciendo cada instante de nuestras vidas. Da igual si estamos felices, que tristes; enfadados ó indiferentes y no creo que ninguno de nosotros haya estado pendiente de si un rato determinado era de más calidad que otro.
