El año pasado asistimos a una charla sobre alimentación que dictó laboratorios Abbott, esta empresa nos compartió en aquel entonces una encuesta realizada que indicó :
- 1 de cada 4 padres regularmente renuncia a tratar de conseguir que su hijo coma de forma saludable.
- 63% opta por el “cualquier cosa es mejor que nada” y dejan que sus hijos coman comida chatarra 1 (o más) veces a la semana.
- Casi 2 tercios parte se preocupan de que sus hijos reciban los nutrientes suficientes para un crecimiento adecuado (65%).
A nivel mundial, entre el 40 al 67 por ciento de los padres y cuidadores han reportado que presentan problemas para alimentar a sus hijos, y constantemente se preguntan ¿qué pueden hacer?
La mala nutrición en la primera infancia puede tener efectos a largo plazo para el desarrollo del niño.
Las acciones de los padres ayudan a dar forma a la conducta alimentaria de sus hijos afectando la forma en que comen y lo que comen. Debido a esto es importante comer suficiente para mantener la altura óptima y el peso. Un padre ansioso puede tratar de obligar a su hijo a comer o complacerlo en la elección de alimentos menos apropiados. Se ha demostrado que un enfoque comprometido y positivo para enseñar a los niños a desarrollar hábitos saludables de alimentación hace que los niños coman más frutas, verduras y menos “comida chatarra”.
Este proceso requiere Paciencia y un tiempo razonable para modelar el comportamiento – Pero sí se Puede!
Guía de tratamiento:
Evitar las distracciones, crear un ambiente agradable, limitar la duración de la comida.
El estudio de Abbott demostró lo siguiente y vale la pena que cada padre evalúe cual es su situación en casa:
- Niños Caprichosos con los alimentos en el grupo de 4 a 6 años tuvieron puntuación de atención significativamente más bajos que los clasificados como comedores saludables. Esto puede ser debido al efecto acumulativo de las conductas alimentarias exigentes y sus consiguientes déficits nutricionales.
- Los niños con puntuaciones bajas de atención tenían un consumo significativamente menor de dos grupos de alimentos: la proteína (carne, pescado, huevos), que es importante para la construcción de músculo sano y tejido en los niños, y lácteos vitales para el desarrollo de los huesos.
- Sin importar la edad, los más caprichosos con los alimentos tenían ingestas energéticas consistentemente más bajos que los comedores sanos. Se ha demostrado que los niños caprichosos contribuyen a los niveles de estrés en la familia durante las comidas. Esto puede contribuir a actitudes negativas hacia los alimentos y la alimentación, que puede persistir hasta la adolescencia.
Soluciones prácticas:
- Evitar distracciones durante la comida, como televisión y celular.
- Mantener una actitud neutral y agradable durante la comida.
- Alimentar para motivar el apetito:
- Limitar la duración de la comida a 20 – 30 minutos.
- 4 a 6 comidas/meriendas al día solo con agua entre tiempos de comida.
- Servir alimentos acorde a la edad.
- Introducir sistemáticamente nuevos alimentos.
- Fomenta la auto alimentación.
Recuerde que los niños pueden rechazar un alimentos/sabor nuevo y eso es normal, hay que ser pacientes y volver a intentarlos 2, 3, 15 veces si es necesario, sin regañar.
Feliz Año!