Pulpo de roca frito.
Para la primera entrada del año 2014 y acabando de cumplir tres años con el blog, no podemos hacer una entrada cualquiera, nos merecemos algo más. Y más ahora que estoy en crisis creativa, si es que a esto se le puede llamar creación. El miedo a la página en blanco me trae de brazos caídos desde el año pasado. Para esta ocasión nos hemos acercado al número 10 de la céntrica calle Frenería, donde antaño estuvieron situados entre otros, mi añorado General Custer, o el casi desapercibido The Tree Tomato, a probar las delicias de Tiquismiquis, de las que cada vez más gente habla y bien, a excepción de quienes los visitaron el día de Nochebuena.Llegamos un lluvioso día de enero y tras franquear la primera de las puertas de cristal, la automática, más de un cliente se ha quedado esperando que se abra la siguiente puerta, la “analógica”. Tras unos segundos y no pasar absolutamente nada, se dan cuenta de su error y tras un leve tirón de la puerta, pasan al moderno establecimiento de dos plantas. La zona inferior, donde nos ubicaron, es la zona dedicada al gastrobar, al menos la novedosa carta de hojalata que había en las mesas así lo indicaba. La planta superior está pensada originalmente para restaurante japonés, zona de copas o algún evento más privado.Meloso de gazpachos yeclanos.
Nos sientan en una blanca mesa alta de seis comensales y de grises manteles trasversales, mientras en la barra un cocinero moldea a mano sin cesar el arroz para terminar las piezas de sushi que se están sirviendo. También en la barra está el afamado y polifacético “Chef Mata” Juan Carlos Ruiz Riquelme, jefe de cocina de Tiquismiquis trabajando en las tapas del gastrobar que en breves momentos íbamos a degustar. La decoración del restaurante está trabajada con buen gusto, y dado que su logo es un pájaro, hay continuas alusiones a la ornitología, huevos, jaulas… Un gran ventanal a la calle frenería, una buena iluminación y el predominio de los tonos blancos dan luminosidad al local. Decoración, puesta en escena, bien trabajadas las redes sociales y la imagen corporativa. Aquí parece que no dejan mucho lugar a la improvisación y esto ha hecho que Tiquismiquis se haya convertido en poco tiempo en todo un referente de nuestra gastronomía.Socarrat de migas.
Mientras el camarero nos trae las bebidas echamos una ojeada a la enlatada carta. La tarea va a ser más complicada de lo esperado, hay tanto que apetece probar y solamente tenemos un estómago. -¡Quien fuera vaca!- Pulpo frito con espuma de patatas, ajo blanco con vieira, sin olvidar los nigiris, los gunkan o los makis. Estos platos no hacen nada fácil la elección. Además de las tapas de cocina fusión, aquí, el sushi tiene un lugar privilegiado. Tanto que tienen una carta específica con sus creaciones. En cuanto a los vinos, gozan de una carta con bastantes referencias de distintas D.O. Elegimos Beryna de 2010, un buen vino de Villena, a precio más que económico, mientras nos peleamos por ver que platos pedimos.Tras mucho debatir empezamos pidiendo sushi, y lo hacemos con las recomendaciones del maître, los másCarrillera de ternera.
pedidos por los clientes, el uramaki de atún picante y el de anguila y queso cremoso. Aunque antes de servirlos, trajeron el aperitivo de la casa. Un delicioso carpaccio de pulpo que era la auténtica antesala de lo que estaba por llegar. Al mismo tiempo, el cocinero seguía en la barra preparando el primero de nuestros entrantes. El de atún picante tiene un ligero sabor a pepino, mas el de anguila es una auténtica delicia, incluso para aquellos a quienes no les gusta el sushi. Esta tapa fue una de las que llevaron al último congreso de Murcia Gastronómica. Tras es sushi, sirvieron la milhojas de foie con manzana ácida y queso de cabra ligeramente caramelizada, mientras en el hilo musical se sucedían clásicos de los Beatles o American Pie de Don McLean. También muy recomendable, la milhojas y la música, claro.Lio de cordero con cuscús.
La tapa que quizás menos me gustó, aunque no todos coincidimos en esto, fue el pulpo de roca frito sobre espuma de patata y una vinagreta de tomate. En mi opinión no me convenció la textura del octópodo. De sabor nada que decir. Algo totalmente distinto fueron los dos siguientes platos que probamos. En el meloso de gazpachos yeclanos con setas y aceite de trufa, no se escatima lo más mínimo en cantidad de setas. Nos lo presentaron en una pequeña cocotte de hierro y es un falso risotto, demasiado suave para ser gazpacho y no lleva el queso del risotto, pero la combinación es muy acertada. ¿Fusión ítalo-murciana? Otro plato también sorprendente fue el socarrat de migas. Un plato de migas bien tostadas, acompañadas de setas y jamón. Resulta curioso, pero es más fuerte el nombre del plato que la suave combinación de sabores. Y la verdad, aunque los dos platos llevan setas, en enero estos productos siempre son bien recibidos. El pero está en las cantidades de cada ración. Creo que son un poco escasas.Brownie.
Finalizamos con la carne. Una carrillera de ternera en su jugo con purés de tubérculos, donde resalta el color naranja del boniato, el verde de los brotes de rúcula y la textura suave de la carrillera sobre el negro plato. Al igual que las migas, hay más matices de sabores que sabores contundentes. Todo muy agradable al paladar. Lástima que la dejé para el final y estaba un poco fría. También probamos el Lio de cordero con cuscús. Hubo a quien le pareció un poco dulzón. A mí me gustó tanto presentación y colorido, a la que le dan mucha importancia, como el contraste de sabores. En los platos tiene especial importancia el negro de la vajilla, sobre el que pintan los platos. El verde de los brotes, el amarillo del cuscús, naranja del pimentón y así una paleta de colores que ayudan de manera notable a hacer más apetecible y visual el plato.Al llegar a los postres, no nos complicamos lo más mínimo. Éramos cuatro los comensales y nos ofrecieron tres postres, pues uno de cada. Al final trajeron cuatro. No contábamos con el Brownie. Yendo de menos a más diré que, la Crème Brúlée es correcta. Además como la sirven en una flanera metálica pequeña, la superficie caramelizada escasa. El mango confitado con crema de arroz con leche nos da la posibilidad de probar un postre distinto a lo habitual. Cometí el error de dejarlo para el último, cuando el resto de los postres son bastante más dulces. Debería haber empezado por aquí. El Brownie, perfecto de cocción y sabor, gana muchísimo al mezclarlo con el helado de leche preparada. Pero el ganador indiscutible de los postres fue el paparajote de leche frita al estilo Tiquismiquis. Todo un descubrimiento que merece mucho la pena probar además de tocar la vena autonómica.Paparajotes de leche frita.
Tras tomar los postres pedimos la cuenta, habíamos decidido ir a tomar el café a Espacio Pático en la calle San Lorenzo. Mientras esperábamos, el “Chef Manta” se acercó a interesarse por nuestro parecer en relación con la comida. Un pequeño detalle que dice mucho del tipo de cocinero que uno es, o quiere llegar a ser. Escuchar al cliente, aunque no siempre tenga la razón, o explicar alguno de los platos servidos es un sanísimo ejercicio para progresar día a día. Pagamos un poco más de 25 euros por comensal, un buen precio, no solamente por la calidad de lo servido sino por el buen trabajo realizado en cada uno de los platos. Cuando dejamos el restaurante, con una muy buena sensación, el cocinero seguía peleándose con las bolas de arroz. En conclusión, es un local muy recomendable al que pienso volver. ¿Quien se viene?Tiquismiquis Gastrobar & Sushi C/ Frenería, 10, 30004 MurciaTeléfono 868684444.