[Tócala otra vez, Sam] Cinema Paradiso: Love Theme

[Tócala otra vez, Sam] Cinema Paradiso: Love Theme

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Koldo Zearra 26 noviembre, 2013 0

Idolatrado por Quentin Tarantino y convertido ya en mito del séptimo arte, el compositor que nos acompaña en el día de hoy es uno de los artífices de música para cine más prolíficos, reconocidos y reconocibles de la historia del medio. La trilogía del dollar y Erase una vez en America de Leone, La Misión, Los intocables, Días del cielo, Salario para matar… tantas y tantas películas con las que podríamos hacer reportajes de aquí a cinco años, por lo menos. Para esta ocasión hemos elegido entre todas ellas una pequeña película italiana que quizá no sobresalga por ninguna cualidad en especial, pero que tiene una carga dramática enorme. Así que poneos cómodos y relajaos, porque vamos a ponernos sentimentales de la mano de Cinema Paradiso y el gran Ennio Morricone.

Dirigida en 1988 por Giuseppe Tornatore, Cinema Paradiso cuenta la historia de Salvatore, o “Toto”, un director de cine que un día recibe la noticia de que ha muerto Alfredo, proyeccionista del antiguo cine Paradiso de su pueblo. “Toto” regresa así a su pueblo después de que abandonara 30 años atrás, y comenzará a rememorar su vida en el pueblo en general, y su relación con el cine en particular.

El film hace referencia a la nostalgia de una infancia en la que lo que más sentido daba a la vida se encontraba en el interior de una sala de proyecciones. La nostalgia por un amor a las historias relatadas que habían guiado su carrera profesional, pero quizá había quedado olvidado en el lejano recuerdo de su pueblo. Un recuerdo que le deja al protagonista un último regalo que funciona a modo de clímax en la película. Es entonces cuando llega Tornatore y, con la ayuda de Morricone, golpea en el estomago al espectador y lo hunde emocionalmente en la butaca junto a “Toto”. Y lo hace así:

La censura había provocado que Alfredo tuviese que cortar ciertas escenas en las que se mostraban besos y demás gestos afectivos y sensuales. Unas escenas que no eliminó, sino que guardó para ahora regalarselas a Toto a modo de último mensaje. Si al ver esta escena conseguiste que el corazón no se te acelerase lo más mínimo es que estas hecho de piedra, eres un zombie, o directamente no eres un auténtico frikartista.

A pesar de que en la película hay otras canciones muy reconocibles también, esta es quizá la más destacable por lo que representa. Existe incluso una versión cantada:

 O en diferentes versiones con instrumentos como el violín, el piano o la guitarra:

A pesar de nunca haber ganado un Oscar, con piezas como esta Ennio Morricone forma parte ya del panteón no sólo de compositores de bandas sonoras, sino de músicos en general. Así pues, que mejor que verlo a él mismo dirigir su obra:

En definitiva, una canción que provoca los sentimientos que pretende la película a la perfección. Todo un canto al amor, al cine y a la vida.

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