Probablemente no necesite demasiadas palabras, ante algunas imágenes de esta ciudad poco se puede añadir porque son muchos los días en los cuales mi amanecer ha estado enmarcado por la silueta del Alcázar, muchas las lágrimas que han llegado al Tajo, muchas las alegrías, esperanzas e ilusiones que he dejado grabadas en sus piedras. Y la misma ciudad os podría contar que, desde hace siete años, piso sus calles, me inundo del aire y comparto el torrente de este río que nos lleva, sin darnos cuenta, al pasado, al presente y al futuro.
Pocas palabras que no hayan quedado dichas a lo largo de los siglos por todas las generaciones que han construido su historia, y que yo, ahora, comparto, con el agradecimiento del que se sabe poseedor de un regalo, el más eterno, el más valioso, aquél que te hace pertenecer a la tierra, y hundirte en ella para, por fin, ser parte de algo que no muere ni morirá nunca.
Por todos los años vividos, por todas las luchas, las penas, las alegrías, por todas las personas que me han acompañado y me acompañan, por todo aquéllo que ya está escrito con tinta indeleble, lo bueno y lo malo, todo lo que sólo saben tus calles, tus muros, tus piedras...mi homenaje es para ti hoy y siempre, para que seas mi memoria, para que nunca pueda olvidarte.