Tordesillas, mon amour

Tordesillas, mon amour

14 de septiembre de 2015

Vecinos de Tordesillas, el asunto del toro, como las redacciones a la vuelta de las vacaciones, ya es un clásico de la literatura popular. En este espacio también le hemos dedicado nuestra líneas, contundentes e inspiradas. Nos quedaron bonitos los párrafos, gracias a tratarse de algo tan trágico que roza lo absurdo.

Desde el punto de vista meramente creativo hay que felicitaros, tordesillanos, por ser una fácil fuente de inspiración. La creatividad más visceral es hija de las grandes emociones (por este motivo la mayor parte de la canciones son de desamor, desarraigo o desatasco; la felicidad se disfruta, no se describe).

Gracias, buena gente. ¿Qué habría sido de los grandes escritores sin sus demonios interiores? ¿Habría escrito Hemingway sus mejores obras sin guerras ni toros, sin palabras empapadas en alcohol? ¿Qué sería de Anaïs Nin y Henry Miller, eliminando sus secretos trajines libidinosos? Y a nivel más mundano, bloguero... ¿Qué sería de nosotros, los juntaletras de Internet, sin temas escabrosos en los que lanzar nuestra versión más lúdica y lacrimógena? Imaginad, damas y caballeros, que sólo pudiéramos hablar de vuestro precioso puente medieval, de los atardeceres en el río Duero, de largos paseos entre pequeñas y encantadoras callejuelas. Imaginad que sólo os recordásemos por vuestros escenarios idílicos y afabilidad castellana, cuando podemos hacer piña en torno a un luctuoso ritual. Es más divertido ser el incomprendido, el outsider, el lelo a tres metros sobre el cielo... los malotes nunca pasan de moda; es emocionante ir de despechado por la vida. Es acojonante poder apretar los puños y decir: "Sí, soy de Tordesillas, ¿tienes algún problema?".

Así que, tordesillanos, seguid así. Vuestra costumbre de lancear a un toro continuará siendo vuestra imagen exterior, vuestra literal punta de lanza. Tordesillas permanecerá como ese irreductible pueblo que une a pobres y ricos, a azules y rojos, a hombres y mujeres, a personas que dejan su lógica de lado para que una penosa tradición permanezca odiada en el resto del mundo. Seguid así, absurdos y unidos, por el bien de los que necesitamos inspiración en la escritura.