No cabe duda de que junto a la primavera, el otoño es una de mis estaciones favoritas. Quizás porque en ella se producen los marcados aromas de hojarasca o de barruja (hoja de pino), los apuntes florales tardíos de petunias que en septiembre aún envuelven el ambiente o porque también la flor de la lavanda se intercala con las notas balsámicas que enhalan de los abetos, pinos piñoneros y otras pináceas que junto a la lluvia resaltan el carácter balsámico en el ambiente.
Metidos en harina, el mes ha sido anárquico, sin normas, de un “acá para allá”, y así he ido deshojando la margarita comenzando por un vino de Ribeira Sacra al que tenía pendiente de recatar -y ha sido un acierto la espera- como Régoa 2008, elaborado con mencía y alvarello con una crianza de 6 meses en barrica de roble allier, que se mostró huraño en nariz, pero que se fue viniendo arriba con el tiempo desarrollando aromas de fruta negra y roja, apuntes minerales y notas de sutiles tostados, jugando al gato y al ratón con unas notas mentoladas que aparecían escondidas al final.
Se muestra bien conjuntado, no hay notas disonantes y desarrolla un paso de boca serio, potente, pero no agresivo, con carácter, pero no secante y manteniendo una buena acidez.
En retronasal el buen recorrido hace que sea aún más disfrutable y que las notas de fruta y terruño predominen en un conjunto fresco, sedoso y elegante.
De Ribeira Sacra nos acercamos a la zona de Rias Baixas con un Tempus Vivendi 2012 de la casa de Alberto Nanclares y elaborado con un 100% alvariño y 12,5% de vol. que se mostró bonito en vista: amarillo con menisco dorado, limpio y brillante, pero desarrollando su potencial en una nariz fresca y muy agradable en la que las notas de fruta amarilla, su punta cítrica, los apuntes salinos, la aportación mineral, los sutiles anisados y las elegantes notas florales (jaras) realmente te embriagan.
En boca aporta una excelente acidez, mostrándose fresco, pero no ligero de equipage, marcando su peso con un buen ataque y una retro en la que las notas de fruta y mineralidad, aún sobresaliendo sobre el aporte salino, definen un buen recorrido y un agradable disfrute que lo hacen adictivo.
Sin dejar la copa tomamos dirección al Priorato con un vino serio, bonito hasta en la etiqueta y que no te deja indiferente, sobre todo para aquellos con un concepto “clásico” de los vinos de la zona: Les Cousins 2011. L’Inconscient de Marc y Adriá.
Elaborado con 35% cariñena, 25% garncha, 15% cabernet sauvignon, 15% merlot y 10%syrah. El mosto fermentó a temperatura controlada en tinas de madera de roble francés de 7.000 L durante 12 meses y se crió en depósitos de acero inoxidable durante 2-3 meses.
Si tiene que hacer un regalo, no hace falta ni que lo envuelva porque la etiqueta, curiosa, ya le hace de “papel de regalo” y el interior…
Tiene un precioso vestido de color picota con menisco carmesí. Lágrima fina y densa.
A copa parada notas de flor de manzanilla, abriéndose hacia fruta negra y balsámicos, monte bajo y minerales. Es un vino complejo y variado de matices que le harán escudriñar y obligarán a trabajar a sus papilas olfativas para buscar y enlazar los aromas desplegados con sus recuerdos. Prueben y luego me cuentan.
En boca se muestra equilibrado, con una acidez que hace olvidar que estamos ante un vino de 14,5%, redondo y largo como una revolera.
Se muestra goloso, amplio, con buena armadura, largo, con taninos sedosos y marcando en boca una media verónica que te deja pensativo y ensimismado, pero con ganas de seguir disfrutando.
Buen vino, o mejor dicho, muy buen vino que no te dejará indiferente. Es más, te hará repetir “encelado” en su disfrute.
Por último acabamos en La Rioja con Obssidiana cr. 2010 de Bodegas Íñiquez de Mendoza, elaborado con uva 100% tempranillo y con una ciranza en barrica de 12 meses. 13% vol.
Preciosa puesta en escena de etiqueta y botella. Muy “Stendhal” ¿adivináis por qué?. … ¡Exacto!
En vista presenta un bonito color picota de capa media con menisco carmesí, limpio y de lágriam fina.
En agitación se muestra un pelín huraño auque acaba desplegando notas de fruta roja conjuntada con sutiles tostados y apuntes de regaliz. Ligeros ahumados y notas de vanilla que se acompañan con apuntes minerales.
Es un vino para darle un tiempo o decantarlo antes, aunque como bien sabéis no soy nada partidario de estas prácticas y prefiero que el vino me vaya hablando según establecemos nuestra relación, algunas de amor y otras de odio.
En boca mantiene un tanino sedoso, equilibrado y con buena acidez. En retro el predomino de la fruta y las notas de crianza es notorio, manteniendo un mediana intensidad en el recorrido, pero sin defectos.
Seguimos disfrutando de los aromas otoñales, escarbando en la memoria e intentando reconocer las notas olfativas inconexas que se nos cruzan al atravesar un jardín, al pasear por un bosque o al perderse por un sendero.
¡Salud!