Durante los dos primeros años de la vida de nuestros hijos son sus sentidos las principales fuentes de conocimiento del medio que los rodea. Vista, oído, gusto, tacto, olfato… constantemente les envían información para empezar a entender en qué medio se encuentran. Así que aunque sean tan pequeñitos, ayudarlos a establecer una atención creciente sobre los estímulos es importante para establecer las bases de una futuro trabajo sobre la capacidad de comprensión del entorno.
Durante los dos primeros años hay que cuidar y seleccionar los estímulos que les ofrecemos, aunque yo me inclinaría más a pensar que lo importante es el cómo se los ofrecemos. El otro día hablaba con una amiga que me decía que su hijo, un par de meses mayor que mi hija, era muy inquieto y nervioso; la verdad es que no me parecía que lo fuera, solo que quizá se perdía muy rápidamente entre tantos estímulos: pasaba del tobogán a querer los gusanitos, a quitarle la pelota a mi hija, corría, se enfadaba y tiraba al suelo… No sé si realmente era tal y como me decía su madre, pero sí veía que le costaba disfrutar de una cosa u otra porque quería todas a la vez lo cual daba la sensación de no querer ninguna…
A veces es el ritmo de vida que como padres llevamos el que puede favorecer esa sensación de caos sin que el niño realmente tenga ningún problema (eso corresponde siempre a los médicos). Ofrecerles multitud de estímulos sin orden, calma, sin adaptación personalizada a ellos, creer que no necesitan guía en estos primeros 24 meses… El niño recibe numerosa información a través de sus sentidos que por inmadurez es incapaz de procesar de forma adecuada, así que es por eso que creo que hay que estar especialmente atentos a este aspecto.
Yo no soy especialista en estos temas, pero os voy a dar algunas pautas que aplico por ejemplo con mi hija y que en su momento utilicé con mi hijo:
- Utilización de una pauta de introducción de estímulos adecuadas a cada momento. ¿Os acordáis del móvil de estimulación temprana en ByN? Y es que no todo vale en cualquier momento. Hay que ser selectivos e irlos introduciendo poco a poco. Recordemos que a los niños les gusta la sensación de seguridad. Cuando veáis que se encuentran cómodos con algo, probad a introducir otra novedad con la cautela de observarlos para ver cómo reaccionan. Habrá niños que se muestren reticentes a las novedades y otros a los que como seáis muy repetitivos caen en el caos de quien no tiene ningún reto estimulante.
- Si no queremos que perciban un caos necesitamos un orden. Cuando empiezan a jugar cogerían un juguete, otro, otro, otro, otro… Yo lo que hago es que dejo que coja uno, y cuando veo que ya no le interesa más, en lo que va a por otro ya le he recogido el primero. Incluso con las piezas o colecciones de animales o coches, jugamos a la primera muestra de cansancio a meterlos de nuevo en la caja, con lo que al mismo tiempo voy enseñándola a recoger las cosas.
- Algo que me llamó mucho la atención el curso pasado cuando empezó a ir a la escuelita es el tema de la Asamblea: ¿un grupo de niños pequeñitos rodeando a la educadora y en mayor o menor medida atendiendo, pero en perfecta casi armonía? Guauuu, ¡cómo no vamos a ser capaces nosotros como padres de establecer ese momento con un solo niño! Aprovechemos determinados momentos al día para favorecer esa atención sostenida en nosotros: un libro que le vayamos mostrando sentados frente a frente en el suelo; un juego de flashcards como el que os comenté aquí; u otras actividades del estilo que preparéis para ellos…
- No les compremos muchas cosas materiales. De verdad que no necesitan tantas; y aunque económicamente podamos o lo hagamos sacrificando de otras cosas, o incluso creamos que las necesitan y merecen… de verdad que no necesitan muchas cosas. Nosotros ahora con 17 meses por ejemplo estamos en una etapa en la que no muestra mucho interés por todo lo que antes sí le suponía atracción. Ahora le gusta moverse por la casa y ver qué hay allí o aquí, acá y acullá. Pegatinas, gomets, juegos caseros con materiales más caseros aún… son sus favoritos.
- Vivamos lentamente, y si no podemos, paremos el reloj en esos momentos que son solo dedicados a ellos: mirar a los ojos, transmitir la lentitud de nuestro ritmo, música en nuestras palabras, susurros, respiración a cámara lenta… Esos instantes saboreémoslos junto a ellos porque no volverán a pasar dos veces.
¿Qué más consejos para favorecer una atención y concentración desde bebés podéis dar? ¿Os parece importante cuidar estos detalles?