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Tradición o innovación, ¿Dónde está el éxito del negocio?

Publicado el 18 febrero 2021 por Alejandro Tena

Un conflicto perenne

En la actualidad, la mayor parte de las empresas tiene muy asimilada la innovación como un habito que por si mismo es bueno, de hecho, a mi forma de ver, cada día está menos valorada la noción de tradición dentro de los negocios, pero, paradójicamente, como consumidores, cada día valoramos más aquellos productos artesanales, hechos a mano, con amor, como dirían por allí.

¿Cómo es posible vivir en esa incoherencia?, porque conscientes deberíamos estar de que todos somos tanto trabajadores como consumidores, el consumidor no forma un mundo aparte del trabajador. Desafortunadamente, la doctrina del individualismo, cuya premisa principal es que las personas se pueden entender sin la sociedad y que esta es solo una opción, importante, pero al fin y al cabo una opción más del individuo. Esa miopía de la realidad es la que daña mucho nuestra interpretación de nuestro trabajo y nuestras necesidades.

La innovación, en tanto cambio, es siempre contrario a la tradición, de forma absoluta, ahora bien, esto no significa que la innovación sea siempre mala y la tradición siempre buena, sino solamente que son nociones contrarias y que no pueden ser aplicadas al mismo tiempo en una misma materia.

Ser innovador o tradicionalista implica ser una propuesta al mercado

Por lo anterior, desde la alta dirección, se deberá estar consciente de las necesidades del mercado al que atiende, y del cual por lógica, también pertenece, esto es, no se pueden tomar decisiones contrarias a las necesidades y deseos del mercado por beneficio del negocio. Los principios y valores de la empresa deben estar en sintonía con los del mercado, aunque dirigiéndolo, porque de alguna forma, por ser empresa, es también un agente de cambio social. Y es esta última parte la que más reflexión nos exige, porque ser un agente de cambio social no significa estar siempre contra la tradición, sino también defender la tradición, este caso puede aplicar, sin problemas, digamos, en una cadena de tiendas que se resisten a implementar la inteligencia artificial en lugar de contratar más trabajadores, aunque esto, implique tener precios más elevados que la competencia, sin embargo, si su propuesta de valor es apreciada por el mercado tendrá éxito.


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