Transferir recuerdos de un individuo a otro siempre nos ha parecido algo de ciencia ficción, donde solo era posible en los libros y películas, pero hasta hace poco eso fue posible en el laboratorio, ya que lograron "transferir" un "recuerdo" de un animal a otro.
Liderado por el profesor de neurobiología de la Universidad de California de Los Ángeles (EE.UU.) David Glanzman, el experimento, realizado en caracoles marinos (Aplysia califórnica) , parece haber probado una idea que ya se ha debatido en los círculos científicos: que lo recuerdos que desencadenan un recuerdo defensivo en estos animales están codificados en las moléculas del ácido ribonucleico (ARN). Además de participar en la síntesis de las proteínas, el ARN cumple una función de mensajero de la información genética.
Saltándonos los detalles del estudio, publicado en la revista eNeuro, lo que Glanzman hizo fue dar una serie de descargas eléctricas a las colas de los caracoles para sensibilizarlos. Al cabo de un tiempo, cuando pincharon nuevamente a los animales con otro instrumento, reaccionaban contrayéndose como un mecanismo de defensa. Eran contracciones que duraban aproximadamente 50 segundos, mientras que las de los animales que no habían sido expuestos a las descargas apenas duraban un segundo.
El siguiente paso consistió en extraer el ARN de los caracoles para, luego, inyectárselos a otros. Lo que encontró Glanzman lo sorprendió. Los nuevos caracoles marinos reaccionaron con el mismo mecanismo de defensa cuando los estimularon, aún cuando no habían sido expuestos a descargas eléctricas. Por el contrario, la reacción de los ejemplares que recibieron ARN de los caracoles que no habían sido estimulados fue pasiva.
En otras palabras, el experimento parece comprobar que el “recuerdo” de los choques eléctricos fue trasplantado en individuos que no lo tenían.
“De lo que estamos hablando son tipos muy específicos de recuerdos, no del tipo que dice lo que me sucedió en mi quinto cumpleaños, o quién es el presidente de los Estados Unidos", le dijo Glanzman al diario inglés The Guardian.
“En un futuro no muy lejano podríamos utilizar el ARN para mejorar los efectos del Alzheimer o el trastorno de estrés postraumático”, advirtió el investigador en un boletín publicado en la UCLA.
Sin embargo, aunque algunos han visto con buenos ojos el estudio, otros lo observan con reserva. Por ejemplo, Tomás Ryan, que estudia la memoria en el Trinity College de Dublín (Irlanda), le dijo a The Guardian que es un camino interesante en el campo de estudio, pero cree poco probable que realmente se trate de un recuerdo transferido.