Por Bernardo Villar
La transformación no es buena. Tampoco mala. La transformación no es una jornada moral. No se trata de bien o mal. No se trata de salvar el mundo, no se trata de salvar vidas, aunque haya casos en los cuales tal vez haya salvado la vida de alguien.
La transformación tiene que ver con cómo me relaciono con cómo ocurre el mundo para mi. Mi mundo no es EL mundo. mi mundo es cómo interpreto lo que pasa a mi alrededor.
La transformación es una herramienta de consciencia, es decir,de poder darme cuenta; de parar y ver quien estoy siendo en el mundo, y si quien estoy siendo no me esta apoyando a lograr lo que quiero, rediseñarme y crear ese alguien que es capaz de enrolar a su mundo para alcanzar su visión.
La transformación no tiene que ver con recuperar el SER puro y mágico que soy porque tal ser no existe, no se trata de buscarme sino de inventarme, de darme cuenta que soy quien otros han elegido que sea y no he tenido la oportunidad de elegir y que es precísamente la transformación la herramienta mediante la cual por primera vez puedo elegir libremente quien quiero ser, quien me comprometo a ser de ahora en adelante.
De este modo, no se trata de cambiar el mundo en un mundo que me guste, se trata de cambiar quién soy yo en el mundo y de ese modo ser un impacto en él. Se trata de transformarme yo, no transformar a los demás en lo que yo crea que deban transformarse. Cuando enrolo, soy fuente de transformación, pero la transformación en si, es un asunto personal.