

El comienzo de Tres bodas de más, recuerda inevitablemente al comienzo de Happiness de Todd Solondz, con la ruptura de una pareja en un restaurante. Obviamente las intenciones de Caldera son muy distintas a las de Solondz, pues no busca nunca acercarse a ese retrato del ser humano depravado y desesperanzador que se narraba en Happiness. Pero esto si le permite definir perfectamente a su personaje protagonista. Un patito feo (de nuevo aquí nos encontramos con un personaje que parece salido de una película americana, pues Inma Cuesta no tiene físicamente nada del personaje que se construye, siendo un poco ese patito feo que con tan sólo quitarse las gafas ya resulta una mujer despampanante para la perplejidad de todos los que la rodean), que es pisoteado por todos los que tiene a su alrededor, ya sean sus novios, su madre o su jefa. Obediente y sin agallas, no se atreve más que aceptar todo lo que se le presenta sin hacer frente a nada. Pronto se tendrá que ver en la tesitura de asistir a la boda de tres de sus ex-novios en un plazo de poco más de un mes, aún reticente, vuelve a ser incapaz de decir que no. Pero esto le servirá también para conocer a una nueva persona, un cirujano plástico interpretado por un Quim Gutiérrez, que se siente algo repetitivo, y que por momentos, parece repetir el mismo papel que realizó en Primos.
