Revista Cultura y Ocio

Trilogía de la hipocresía

Por Sese
Trilogía de la hipocresía
Bajo este título se enmascara la tercera reflexión después de mucho tiempo de descanso en embolica que fa blog, son temas atemporales,vicios eternos que se manifiestan en la sociedadde diverso modo.
En este caso viendo uno de tantos programas deportivos advierto la creciente publicidad de casas de apuestas en los mismos. Se podría debatir al respecto sobre la idoneidad de ejercer, o permitir, tal hábito comercial.
Personalmente opino que ya somos mayorcitos para poder elegir libremente sobre el producto que consumimos y si acaso debieran ser las autoridades gubernamentales quienes regularan productos de dudosa ética. Ya se aplica al tabaco, a la bebida… pero dónde está la línea, por qué las casas de apuestas deportivas no y los refrescos con gas sí. Ambos atentan contra la salud, uno por su potencial peligro adictivo y otro porque aumenta la tensión arterial. Ya sé que es un ejemplo demagógico pero el caso es dirimir  dónde está esa línea. Y eso se me antoja muy complicado.
Pero el caso es que la demagogía que encontráis en este planteamiento se puede aplicar a la postura de determinados opinadores respecto a la conveniencia de publicitar los portales de apuestas.
Tiempo atrás el F.C. Barcelona se planteó la posibilidad de lucir en sus camisetas publicidad de una casa de apuestas a cambio de un muy buen pellizco económico. Pero, ¡ay!, la que se lio, un puñado de opinadores oportunistas pusieron el grito en el cielo: “que eso no es ético”, “que una entidad como el Barça debe ser ejemplo para los jóvenes y no fomentar actividades de dudosa ética”, que si “dónde iremos a parar”… Total, que no se llevó a cabo el contrato y la cosa quedó ahí.
Y ahora volviendo al inicio del post veo que la mayoría de medios de comunicación (que cuentan en su plantilla laboral a esos opinadores) la mayoría de ellos periodistas, publicitan en sus empresas casas de apuestas. Obviamente ahora no dicen ni mu.
Y es que la pela es la pela, de hipócritas está lleno el mundo, qué poquito cuesta estar calladito…

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