La mayoría de escritores tienen ciertos "trucos" o rituales que les ayudan a ponerse en la disposición de ánimo necesaria para emprender su tarea:
Martin Amis tiene alquilado un despacho cerca de su casa al que acude a diario para cumplir con su breve jornada de trabajo (dos o tres horas) y después ya se siente libre para hacer lo que se le antoje el resto del día.
Murakami se acuesta temprano y se levanta a las cuatro de la madrugada para ponerse a trabajar durante seis horas. Por la tarde corre, nada, lee o escucha música.
Günter Grass, que recientemente ha declarado que no escribiría más debido a su avanzada edad, leía y escuchaba música para relajarse antes de ponerse a escribir.
A Patricia Highsmith no le gustaba sentirse "obligada" a trabajar, por lo que lo hacía en la cama, con un cenicero al lado, cigarrillos y una botella de alcohol...
Hemingway también era madrugador, se levantaba al amanecer, se paseaba por su despacho a grandes zancadas y escribía de pie.
Stephen King también es madrugador y metódico, y se dice que durante un tiempo escribió en una autocaravana aparcada a la puerta de su casa para tener privacidad.
Scott Fitzgerald empezaba por tomarse una copa para relajarse. Hasta que llegaba a un punto en que la bebida le impedía escribir...
Isabel Allende, como es bien sabido, empieza a escribir cada 8 de enero y se aísla del mundo durante el proceso.
A Truman Capote le gustaba escribir en habitaciones de hotel y tumbado en la cama.
Agatha Christie, sin embargo, lo único que necesitaba era una mesa y una máquina de escribir.
Como veis, la característica común, en la mayoría de los casos, es disponer de un lugar de trabajo, imponerse un horario y mantener una disciplina, porque, queridos y queridas, no hay trucos que valgan ni musas revoloteando a nuestro alrededor. Muchos escritores trabajan ocho horas diarias, como todo hijo de vecino.
Y es que, mitos aparte, escribir y conseguir buenos resultados no es más que trabajo, trabajo y trabajo. Como bien decía Picasso: "que la inspiración te pille trabajando".
Lo cierto es que crearnos y mantener unos hábitos nos predispone y nos ayuda a concentrarnos.
¡Hasta la próxima semana!