Ilustración de Nigel Evan Dennis
MisterioLlega un día en el que terminas de ver los ocho capítulos tan masticados, rechupeteados, condimentados, troceados y analizados de la serie True Detective que aunque quieras sentarte a reflexionar y escribir algo al respecto, te das cuenta de que no puedes. No hay más. Era eso y ya está: se acabó.
Discuto los sinsabores y aciertos de la misma con alguien que ha bebido las ocho horas del espectáculo televisivo que propone conmigo, alguien que no es la primera vez que comparte una serie y un sofá con ésta que escribe con pluma, alguien con un punto de vista bien distinto al mío sobre ciertas (bastantes) cosas de esta vida. Sólo por eso, por el rato que paso debatiendo sobre pros y contras de una ficción en pantalla casera -que no de cine- entiendo que merece la pena y que la serie en su conjunto tiene un sentido.
Ayuda además que los títulos de crédito iniciales llamen tanto la atención de cualquiera. La melodía ("Far From Any Road", The Handsome Family. Album Singing Bones, 2003) no aburre aunque deba escucharse ocho veces y el juego visual coordinado por Patrick Clair para el estudio Elastic (responsable de otros títulos como Masters of Sex, Carnivále o Game of Thrones) tal vez sea lo más parecido a un paseo por el purgatorio.
Lejos de pronunciarme sobre los prodigios en materia de transmutación física que han llevado al hasta ahora inocuo Matthew McConaughey a ser considerado el más grande entre los grandes, por una cohorte de amnésicos fans salidos de la nada, diré que el actor parece que haya decidido tomarse en serio su profesión y que lo encuentro lógico: Nunca es tarde en Hollywood, sobre todo si estás bueno.True Detective se ve y luego hay que esperar a entenderla. Cada espectador lo hace a su manera y ahí es donde despiertan todos sus atractivos para mí.Vivimos días oscuros, llenos de horas que llenar con actividades que tengan resultados capaces de volcarse luego en la red. Compartir y contar, esperar una reacción, una respuesta. El mar de internet ofrece resaca en las costas de los usuarios: según llega con fuerza algo nuevo a la orilla, es devuelto con la misma energía al interior, al anonimato del que una vez salió. Nada permanece.Muy poco se salva del naufragio pero se lucha, se pelea duramente por ello.La aventura de True Detective, comienza para mí cuando termino su primera temporada y empiezo a buscar información y análisis en la red. El resultado es un verdadero infierno de conjeturas y suposiciones, hilvanadas por autores que creen realmente en eso que han escrito porque es consecuencia de lo que han visto.El cartel promocional de la serie, parafraseaba a Nietzsche diciendo que "el hombre es el animal más cruel", a lo que yo añado que aún puede ser peor si además es guionista de una serie de televisión holgadamente producida:
Alguno se ha lanzado de cabeza y ha optado por compararla con Se7en (David Fincher, 1995) en un ejercicio que encuentro erróneo: una serie de esta época nunca será como una película de los años noventa y viceversa.Otros han encontrado en ella la conexión perfecta con el universo literario, filosófico y de viñetas tintadas y rotuladas que tanto llena sus vidas. Mucho me temo que si la serie es eso, entonces demasiados nos quedamos fuera de su alcance.Los hay que han masacrado el cuerpo físico de cada episodio y han buscado recomponer con sus pedazos, un puzzle que no llega uno a saber si existió realmente.Pero pienso que todos nos hemos vuelto igual de locos con el capítulo 4 y con ese plano sin cortes de más de seis minutos de duración. La chulería del que puede y sabe, llevada a extremos espectaculares.Yo que soy muy mal pensada, llegué a creer que tenía truco pero dicen que no, bastante convencidos. Operarios de cámara del mundo: con vuestras Steadicams y vuestros ejercicios de "puenting" improvisado para según qué tomas, os habéis convertido en los nuevos héroes anónimos de este mercado. Tenéis mi aplauso y mi admiración.Si True Detective tiene un sentido, yo todavía estoy esperando ver la luz. Si esa pareja de detectives formada por un "mesías" y su inversión mundana, que recorren los pantanos de Luisiana buscando a asesinos de niños y hundiendo la moral del espectador, llegan finalmente a algún sitio, entonces yo no he comprendido nada.Cada vez me convence más la idea de pensar que hay que tener fe en esa historia, creer en ella y saber leerla e interpretarla como un texto sagrado. Unirse a la doctrina del protagonista y seguir viviendo hasta la siguiente temporada, como quien reza, como quien cree en los misterios de la religión.Afortunadamente ya pasó la Semana Santa. No querría mezclar ciertas cosas.