Revista Cultura y Ocio
- Moli, estoy pensando que es mejor que no ganaras. - Vaya... ¿por qué? Por que la estatuilla era muy fea? ¿Por qué no necesito premios? ¿Por qué se me hubiera subido a la cabeza?- ..er…no. - ¿Entonces?- Hombre, porque si ganas, todo el mundo sabría quién eres. - Todo el mundo sabe quién soy. Todos los que me conocen saben que tengo un blog y los que no me conocen...les da igual. - No, Moli...los que no te conocen quieren conocerte.- ¿y cuál es el problema?- Bueno...pues...que si te ven...ya sabes…te verán…y…esto...- ¿se van a llevar una desilusión?- …no quería decirlo así exactamente…pero sí...
Esta bonita conversación la tuve el domingo pasado con una amiga. Y además de provocarme muchas risas y algunas dudas sobre mi aspecto, me ha sugerido un post.
¿Qué se siente al conocer a alguien a través del blog? Como no puedo hablar de lo que siente un descerebrado, lo voy a contar al revés... ¿Qué siento yo?
Es una sensación muy rara, porque en cierta manera estoy en inferioridad de condiciones si se puede decir así. De alguna manera es como una entrevista de trabajo dónde el otro tiene tu curriculum, ha googleado tu nombre y puede que incluso haya visto tu foto y tú no sabes nada.
Cuando conozco a un descerebrado siempre experimento lo mismo.
Primero viene la sorpresa porque alguien tenga interés en conocerme. Es un poco raro, y no es falsa modestia, que alguien, un completo desconocido tenga interés en verme el careto, en hablar conmigo. Yo no sé quién es esa persona, ni siquiera sabía hasta ese mismo momento que me leía, que existía y de repente ahí está: ¿Tú eres Moli? Tenía muchas ganas de conocerte, te leo desde el principio. ¿Qué cara se pone a eso si no eres Halle Berry?
Segundo, un poco de timidez. Escribo el blog y me flipa hacerlo, pero no pienso en los que me leen después. Lo siento, pero cuando escribo no tengo a los descerebrados en la cabeza y cuando alguien aparece y dice “eh que yo te leo”, tomo de repente conciencia de esa lectura de mucha gente anónima todos los días, de esas más de mil quinientas lecturas al día.
Tercero, me acojona un poco esa conciencia.
Cuarto, siento el escaneo. El descerebrado que me lee se ha creado una imagen mental de mí o unas expectativas. Eso es inevitable y a pesar de que hay fotos mías y he dicho un millón de veces que soy una tía normal y corriente que pasa desapercibida en cualquier sitio, compruebo con asombro que siempre alguien que llega y dice..¡Pensé que eras rubia!!!...dato este que me deja estupefacta y dudando mucho de mi capacidad descriptiva. Así que me siento escaneada en plan peli: vaya es bajita, vaya es morena, vaya lleva el pelo corto, vaya mira muy fijamente…una sucesión de ¡vayas! que tienen que ir haciendo clic en la cabeza del descerebrado. No puedo cumplir todas las expectativas de las imágenes mentales de los descerebrados ni lo pretendo obviamente, pero vamos, soy una tía sensible y me jode desilusionar a alguien así que intento estar a la altura de las circunstancias dentro de mis posibilidades.
Cuarto, hablo como si me quedaran 2 minutos de vida. La otra persona está intentando casar la imagen mental que tenía de Molinos con la chica canijilla que tiene delante. La única manera que tengo de demostrar que soy yo, es ser yo. Así que hablo, digo alguna tontería siempre de autoescarnio y sonrío. Es muy de autoayuda y coaching infernal, pero sonreír creyéndote que no tienes nervios…no te quita los nervios pero hace que el otro se entere menos de lo nerviosa que estás. Y el autoescarnio siempre se me ha dado bien.
Quinto, intento saber algo de ese descerebrado. Él sabe (casi) todo de mí, me lee, puede llevar leyéndome 5 años, puede que me siga en twitter y yo ni siquiera sabía que existía. Es un completo desconocido, tengo que hacer algo para saber quién es o cómo es. Por supuesto, empiezo despejando las dudas peligrosas: ¿ será un asesino en serie? ¿Será un fundamentalista de la maternidad? ¿Tendrá una conexión remota con Molimadre y le contará que estoy bebiendo GT como si fuera Sue Ellen? Despejadas estas dudas vitales, intento siempre preguntarle ¿Cómo llegaste al blog? Saber esto me genera mucha curiosidad y sin embargo nunca sé como preguntarlo, sonrío por si a ese descerebrado se le ocurre contármelo espontáneamente y la mayoría de las veces funciona: por un mail, por mi prima, por el post de Soraya, porque te lapidaban en un blog de fundamentalistas. Otras veces me decepcionan con su memoria de pez: no me acuerdo…y otras veces se hacen los interesantes: ya te lo contaré. Malditos.
A partir del quinto paso ya me da igual, me relajo y digo...” esto es lo que hay...” En el 99 % de los casos conocer a un descerebrado ha sido una experiencia chula y divertida, tan chula y divertida que la mayoría se han convertido en amigos con los que me rio, charlo, han conocido a parte de mi vida 1.0, han estado en mi cumpleaños y se han emborrachado conmigo. Algunos incluso han venido a conciertos de Bruce conmigo. Toda una experiencia.
Así que sí, conocer descerebrados me estresa un poco pero mola mucho.
Lo único que no mola, es que en cuanto me ponen careto, los muy malditos dejan de comentar…