Revista Coaching

U de UNIVERSO

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

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¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos? Algunas veces en nuestra ajetreada vida, en esos momentos repentinos de silencio y de calma, nos hacemos esta extraña pregunta, puede que al dirigir nuestro rostro al firmamento, divisando los millones de estrellas diminutas que lo pueblan. La ciencia nos habla del Big-Bang o la gran explosión y la mayoría abrazamos esta teoría con los ojos cerrados. Pero el caso es que ni siquiera desde el punto de vista científico, dicha teoría puede considerarse completamente válida, pues presenta serias lagunas: ¿cuál fue el inicio de todo?, ¿cómo es que el vacío que es la nada se concentró y empezó a expandirse? Digamos que la ciencia no es capaz de darnos respuestas para todo, aunque hayamos aceptado este precepto como tal.

En cualquier caso, ni soy persona de ciencia ni pienso rebatir sus teorías. Se trata de un tema que simplemente me intriga, y ya que esto va de espiritualidad y mi gran interés por la filosofía védica, este artículo pretende mostraros la versión de la creación del universo que presentan estos textos antiguos y atemporales, aunque de forma sumamente reducida. No pretendo con ello decir que ésta es la gran verdad. Se supone que únicamente con el corazón, la intuición o la fé, consigue uno aprehender de verdad el conocimiento védico. Yo aun estoy muy lejos de ello, pero la curiosidad hace que indague más y más y quiera compartirlo con quien quiera leerme.

Los Vedas dicen que la verdadera causa de este mundo es la energía material de Dios, que consta de cinco principios fundamentales de la materia: éter, aire, fuego, agua y tierra. A su vez estos elementos básicos se componen de átomos. Así el éter es la energía primordial, sin la que no existiría nada en este mundo tal como lo conocemos. Además de los elementos materiales, existen tres energías sutiles, conocidas bajo los nombres de Manas (mente), Buddhi (razón) y Ahankara (ego falso).

Toda la naturaleza material y sutil que hemos detallado más arriba se da bajo las 3 condiciones que ya mencioné en mis anteriores artículos: bondad, pasión e ignorancia.

¿Pero por qué estamos en este mundo? El propósito o significado del universo es dar a un ser viviente (alma) la oportunidad de cumplir sus deseos y, tras saciarnos de los placeres materiales, ayudarnos a  descubrir nuestra meta original que es la de salir de las tinieblas de este mundo. En otras palabras, los seres vivos somos también la causa de este mundo.

Lo cierto es que la idea de los Vedas acerca del Universo es bastante compleja y un tanto fantástica. Reconozco que hasta a mí misma me resulta algo incómodo relatar su concepción del universo, que parte del sueño del dios Vishnu, de cuyo ombligo crece la flor de loto y cuyos poros expulsan galaxias enteras… Puede que simplemente se trate de una forma de relatar la existencia de este mundo para que a los humanos nos sea más fácil visualizarlo, pues estamos acostumbrados a la ciencia y explicaciones más “racionales” que nuestra mente está preparada para recibir, reacia a aceptar dogmas no demostrables.

He aquí una breve descripción de dicha idea en relación a la creación del universo, para más detalles os dejo la página de la que obtuve parcialmente información:

Dicen los Vedas que antes de la creación del universo el señor Vishnu duerme en el océano de todas las causas. En la trinidad védica (creador, mantenedor y destructor), Vishnu es el mantenedor, Brahma el creador y Shiva el destructor. Mientras Vishnu duerme, una flor de loto brota de su ombligo (simbolizando su ombligo la raíz de la creación). Dentro de este loto, reside Brahma. Brahma representa al universo en el cual vivimos, y es este Brahma quien crea las formas de vida.

Vishnu es la personificacion del eterno universo sin comienzo ni fin. Brahma es la personificacion de nuestro universo temporal desde el supuesto momento del Big-Bang. Brahma vive 100 años para morir y entonces un nuevo universo (Brahma) nace. De modo que nuestro universo existe durante sólo 100 años. La gracia es que esos 100 años no se equiparan a los 100 años tal como los entendemos nosotros.

Además, cada año de Brahma tiene 360 días. El día de Brahma tiene un día y una noche. Segun los Vedas durante el día Brahma está ocupado creando la vida y durante la noche toda la vida creada es reabsorbida de nuevo por éll. De modo que el universo estará  aquí solo durante un día de Brahma. Aunque este “día” suponga millones de años para nosotros.

A su vez cada día tiene 14 manvantaras. De igual modo cada noche también tiene 14 manvantaras. Actualmente estaríamos en el séptimo manvantara de este día de Brahma. Cada manvantara está compuesto a su vez de 71 mahayugas. Estamos en el mahayuga 28 de este manvantara.

Al mismo tiempo cada mahayuga contiene 4 yugas. Maha significa “gigante” o “grande”. Las 4 yugas se llaman: Satya yuga (edad dorada), Treta yuga (edad plateada), Dwapara yuga (edad de bronce) y Kali yuga (edad de hierro). En este momento, estamos en la Kali-yuga de la corriente mahayuga.

La edad dorada dura un 40% de una mahayuga y es una edad divina donde los humanos no necesitan cuerpo físico para existir y están más en contacto directo con Dios.

La edad plateada dura un 30% de una mahayuga, y es una edad donde las malas acciones comienzan a aparecer, aunque todavía hay mucha verdad, hablaríamos de unos 2/3 de la bondad.

La edad de bronce dura un 20% de la mahayuga. Dwapara significa “medio”, así que tenemos la misma cantidad del bien y del mal.

Kali-yuga o edad de hierro dura un 10% de la mahayuga. Kali significa “oscuridad” en sánscrito. No es de extrañarse que estemos en esta era actualmente.

Finalmente, llegamos a una escala de tiempo que corresponde a nuestros años. Una Kali-yuga equivale a 432.000 de “nuestros” años solares.

No podía terminar de explicar este complejo tema sin mencionar al famoso astrofísico Carl Sagan, quien en su documental sobre el universo, nos transmite lo siguiente:

“La religion hindú <basada en los textos védicos> es la única de entre las grandes en el mundo dedicadas a la idea de que el Cosmos mismo acumula un inmenso, verdaderamente infinito, número de muertes y renacimientos. Ésta es la única religión en la cual la escala del tiempo corresponde a las de la moderna cosmología científica. Sus ciclos van desde nuestros ordinarios días y noches hasta el día de Brahma de 8.64 billones de años. Mas largo que la edad de la tierra o la del sol y aproximadamente la mitad de tiempo desde el Big-Bang. Y contiene escalas de tiempo aun mucho mayores.”

Los Vedas nos dicen también de que existen universos paralelos, aparte del nuestro. Se trata de 14 niveles de planetas donde diferenciamos los planetas superiores, los medios (entre los que se encuentra la Tierra) e inferiores. Según nuestras acciones kármicas, podremos nacer en vidas futuras en planetas muy diferentes al nuestro.

Así, los planetas superiores son para personas que han realizado el bien en sus últimas vidas y se merecen una especie de recompensa. Es como irse de vacaciones a otro mundo y vivir una vida que dura bastante más que la de nuestro planeta actual, donde los placeres que conocemos se multiplican por mil y cuya forma material difiere bastante de la nuestra (se trata de objetos con menor proporción terrenal, una naturaleza con mayor componente de fuego, más líquida o incluso etérea). Lo “malo” de esos planetas superiores es que allí sólo recibimos el “premio” por el bien realizado. No podemos progresar mejorando nuestro karma, para ello deberemos bajar de nuevo y empezar a “sufrir” en condiciones de vida más duras. De hecho lo normal es que después de nuestra vida en esos planetas felices, tengamos que volver a mundos más bajos para volver a ganar suficiente “karma” para pagarnos de nuevo unas “vacaciones” merecidas. La idea es que el ser humano, tras esos viajes astrales por planetas, mundos, a través de cuerpos completamente diferentes… se canse de una vez y busque fundirse con el Supremo, harto de fluctuar, disfrutar y sufrir, pues todo es parte de la misma moneda: no hay más sin menos, ni ying sin yang. Al final la Ley es el equilibrio, la armonía y la fusión con el todo.

Todo esto que os cuento, no es que crea firmemente en ello, pero sí me resulta curioso, interesante, y ¿por qué no?, tal vez plausible. Al fin y al cabo nosotros decidimos en qué creer: la ciencia o la religión, una idea, una actividad, una persona. Creo que todos vivimos con cierta dosis de fé, con la mirada puesta en algo. Si no creemos, simplemente no nos apetece vivir. Nuestra mente inquieta busca respuestas y seguro que no las hay válidas para todo, pero de esto se trata: de aprender, de tropezar, de levantarse, de seguir, de indagar, de conocer, de compartir, de vivir al fin y al cabo. Ésta es tan sólo una visión. Cada uno buscará la suya propia.


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