Como decíamos ayer, quedaba pendiente una entrada dedicada al segundo de los discos de los que constaba el proyecto “ORO” de los droners italianos Ufomammut para el año 2012… y aunque ese ayer queda ya algo lejos, lo prometido es deuda, y siguiendo con los dichos, más vale tarde que nunca.
La segunda entrega de ese proyecto, de título “Oro: Opus Alter” y publicada con sólo unos meses de diferencia con respecto a la primera, consta, al igual que aquella, de cinco temas que se suceden sin solución de continuidad entre ellos hasta completar el círculo perfecto en que consiste el proyecto completo de los italianos. De este modo, el final del último tema de la primera entrega enlaza con el principio del primero de la segunda, al igual que el último de ésta hace lo propio con el primero de la anterior, reiniciándose así el proceso de alquimia en busca de la creación de oro que sirve de metáfora para este proyecto.
Centrándonos en la música y dejando de lado otras cuestiones que podrían llegar a parecer algo pretenciosas cuando no ridículas, hay notables diferencias entre ambos trabajos, lo que sería suficiente justificación para dedicarles entradas independientes. La verdadera justificación sin embargo, reside en que ambos son unos tremendos discazos de drone metal. En esta segunda entrega, manteniéndonos dentro de los esquemas del drone doom de connotaciones espaciales y psicodélicas, se aceleran los ritmos y la música resulta más dinámica y variada –menos “contemplativa”- que en la primera parte del proyecto. A lo largo de todo el disco se palpa una tensión permanente, una electricidad subyacente siempre a punto de estallar sobre la se suceden las continuas subidas y bajadas de intensidad, los ambientes de furia alternados con los de calma o tensión contenida envueltos en atmósferas creadas por los sintetizadores y los efectos de pedal… Pero los riffs son en este trabajo los absolutos protagonistas, hasta el punto de que cabría hablar casi de culto al riff. Riffs en todas sus formas y tamaños que nacen, crecen, se desarrollan, se expanden, se multiplican, se transforman y desaparecen y vuelven a nacer. En algunas ocasiones ese crecimiento y expansión son literales, comienza un riff sobrio, desnudo, y poco a poco va ganando en fuerza e intensidad, subiendo un peldaño cada vez y cuando crees que ya has llegado al tope, que ya no cabe nada más masivo que eso, te sorprenden subiendo el nivel aun un punto más… La experiencia de escuchar estas progresiones en un buen equipo puede ser orgásmica, aunque usando el volumen adecuado corres el peligro de no dejar en tu casa un cristal sano… Otra diferencia con la primera entrega es que en esta, debido quizá a su mayor dinamismo y variedad, los temas pueden funcionar como entidades independientes, pese a formar parte de un todo completo, de ese círculo perfecto del que hablaba al principio. En fin, creo que podemos dejarlo aquí. Como muestra, “Sublime”, cuarto tema o movimiento del disco, supongo que el momento de la obtención del ansiado y preciado oro en el proceso de alquimia que sirve de hilo conductor del disco.