Revista Ciencia
El Sistema Solar es muy, muy grande; lo comenté hace poco. Un cuerpo tan alejado como Plutón, que nunca hemos visitado, se encuentra más cerca del centro que de las afueras. Si representáramos nuestro sistema a escala, Plutón estaría sorprendentemente cerca del Sol.
Plutón, hasta hace poco el noveno planeta, se sitúa en una zona que denominamos cinturón de Kuiper, un disco con gran profusión de cuerpos helados y que se encuentra a una distancia de entre 30 y 50 UA. (Recordemos que UA. hace referencia a "Unidad Astronómica", la distancia que separa la Tierra del Sol, unos 150.000 Km)
Los límites no son claros, porque a esa distancia es difícil detectar los cuerpos celestes y definir sus límites. Quaoar, Sedna, Eris, Makemake oHaumea son enormes cuerpos helados que se han descubierto hace poco. Eris es mayor que Plutón (tiene un diámetro de 2.326 km), y se encuentra a 67 UA. Fuera, por tanto, del Cinturón de Kluiper. Los astrónomos denominan Disco Disperso (o disco difuso) a la zona del espacio comprendida entre el cinturón de Kluiper y la nube de Oort, un vasto reino de oscuridad con una extensión de cientos de UA. En esta "tierra de nadie" deambulan miles de enormes cometas y cuerpos rocosos cuyas órbitas son muy inestables.
Poco se sabe de este paraje inhóspito, ni de los cuerpos que lo pueblan.
Habrá quién se extrañe. ¿Estamos descubriendo planetas en estrellas lejanas y no somos capaces de identificar cometas o incluso planetas en nuestro propio Sistema? Insisto: el Sistema Solar es muy grande, y un cuerpo de 1.000 kilómetros de diámetro puede pasar desapercibido. En las zonas más alejadas del Sistema los cuerpos son ricos en carbono y, por tanto, muchos serán oscuros. Su albedo (su porcentaje de luz reflejada) debe ser muy bajo. Sin embargo, en ocasiones, como sucede con Eris, la superficie de los cuerpos más grandes consiste en metano helado, y el albedo es elevado.
Por lo general, hablamos de puntos oscuros en la inmensidad del espacio que no irradian energía. Casi indetectables.
Sí pueden dejar trazas gravitatorias si la zona por la que orbitan es profusa en asteroides o cometas; pero, aún así, la detección resulta difícil. Habrá que esperar a que el telescopio Pan-Starrs de Hawai sortee los problemas presupuestarios y nos pueda ofrecer, a pleno rendimiento, un mapa más exacto de lo que hay más allá del Cinturón de Kluiper. Por el momento el módulo que funciona está dedicado a una tarea más urgente: intentar detectar los asteroides que se cruzan en su órbita con la Tierra y representan una amenaza para la civilización.
El caso es que los astrónomos tienen ganas de saber más sobre el límite exterior del Cinturón de Kuiper, porque algo extraño sucede en él.
En esa zona en concreto hemos detectado la existencia de un vacío, de una ausencia inexplicable de objetos celestes, que desaparecen bruscamente en una franja delimitada y comprobable. A este vacío lo denominamos el Acantilado de Kluiper.
El porqué de este fenómeno ha dado que hablar durante años. Un equipo de astrónomos japoneses hicieron públicos en 2008 unos cálculos según los cuales la anomalía sólo se explica con la existencia de un planeta casi tan grande como la Tierra a unas 100 UA. Durante décadas se viene postulando la posible existencia del llamado planeta X, un enorme cuerpo que explicaría no sólo el acantilado de Kluiper, sino las extrañas órbitas de los denominados "Centauros", o de objetos como Sedna, cuya órbita excéntrica tiene perplejos a los científicos. Cabe la posibilidad que más allá del Disco Disperso, en los inicios de la nube de Oort, exista un objeto de gran tamaño que provoca perturbaciones en la zona. Cinturón de Kluiper, Disco Disperso, nube de Oort... los límites, como dije, son difusos.
La única frontera clara parece ser nuestro misterioso acantilado.
No tenemos certeza alguna sobre lo que hay en tales lugares. Las simulaciones por ordenador establecen la posibilidad de que haya cuerpos del tamaño de Marte orbitando el Disco Disperso. También los radiotelescopios han detectado extrañas fuente de radiación infrarroja no identificadas en la zona. Algunos astrónomos han jugado con la hipótesis de que el Sol no sea una estrella única (algo bastante inusual), sino un sistema binario, con una enana marrón como lejana compañera de nuestra estrella. Es la conocida como hipótesis némesis o shiva; una teoría que intenta explicar que la Tierra se vea bombardeada cada cierto tiempo por grandes cuerpos que arrasan la biosfera terrestre en extinciones que llegan a exterminar el 90% de la vida.
Francamente, lo veo poco probable. Es posible que este bombardeo se explique mejor por el paso de nuestro Sistema por el plano medio galáctico cada 30 millones de años. Las densas formaciones de gas y polvo presentes en la zona pueden desestabilizar la tenue sujeción gravitatoria de los cuerpos que pueblan la nube de Oort. En mi opinión, si hubiese una Enana Marrón en nuestro Sistema habríamos detectado una leve emisión de energía o la masiva presencia de litio, un elemento fácilmente identificable con un espectómetro de masa.
Sepan que estamos de enhorabuena. El 16 de enero de 2006, hace ocho años, se lanzó la sonda espacial New Horizons. En marzo de 2007 llegó a Júpiter, y aprovechó su tirón gravitatorio para acelerar a 14.500 km/h. Su destino: Plutón y el cinturón de Kluiper. El 14 de julio del año que viene llegará a Plutón, y después tiene previsto visitar otros cuerpos del cinturón de Kluiper y, quizás, responder a algunos de los misterios planteados.
Merece la pena estar atentos ¿No les parece?
Por cierto, la sonda porta en su interior cenizas del cuerpo del astrónomo Clyde Tombaugh, descubridor de Plutón.
Antonio Carrillo