Revista Cultura y Ocio

Un buen asesinato ayuda a hacer amigos

Publicado el 04 julio 2012 por Tiburciosamsa
Un buen asesinato ayuda a hacer amigos
“Canciones populares de la era Showa” de Ryu Murakami se abre con un grupo de seis amigos, que hacen fiestas regularmente para aburrirse en compañía. O sea, como yo y mis hijos, pero sin el lado festivo. 
Una mañana, uno de los miembros de la pandilla, Sugioka, se levanta con un estado de ánimo peculiar. Sopesa las alternativas: ponerse a ver un vídeo porno y hacerse una paja, ir a un masaje guarro, o, finalmente, tirarse a Eriko, la muñeca hinchable. Al final, ante la duda, sale a la calle y allí tiene una idea genial para matar el aburrimiento: degollar a un ama de casa que salía de un supermercado.
Cuando en la siguiente fiesta Sugioka cuenta su hazaña el efecto es inmediato: “Su confesión había hecho de él un héroe y volvió a pensar en la manera en que la fiesta se había animado de repente.” Buen consejo para los tímidos que quieran convertirse en el alma de la fiesta: confiesa un asesinato y serás el tipo más popular de la noche.
Por desgracia para Sugioka, no había matado a una mujer cualquiera, sino a Yanagimoto Midori, una mujer de mediana edad, divorciada, que pertenecía a la Asociación de las Midori, un grupo de seis mujeres de mediana edad y divorciadas que comparten el nombre propio de Midori. “A las Midori no les faltaban los tíos, se divorciaban, se volvían a casar, nunca se habían sentido abandonadas. No eran del tipo que dependiera de nadie. Las cinco vivían muy corrientemente, y posiblemente porque no sabían mostrarse afables o consoladoras, no tenían muchos amigos y ahora que habían pasado la treintena no conseguían hacerse amigas que no se les pareciesen. Se reunían para charlar, iban a tomar los brunchs de los hoteles, a cantar a un karaoke, a nadar a la piscina, sin buscar nunca enterarse de nada personal sobre las otras.” Igual que las buenas parejas que llevan una década juntos, las Midori hablan mucho, pero no se escuchan. 
Durante el velatorio de Yanagimoto, lloran, cantan, se preguntan por quién podría ser el asesino, Tomiyama Midori les dice que tiene una pista y ocurre algo muy extraño: “era la primera vez que hacían un esfuerzo para escuchar lo que decía una de ellas.” Mientras planifican el asesinato del asesino de Yanagimoto, sigue pasando la misma cosa extraña:
Las Midori contemplaron diversos métodos. Cuchicheaban pasando revista a las ventajas e inconvenientes recíprocos del veneno, del mazazo o de la estrangulación, profundamente sorprendidas y emocionadas al darse cuenta de que cada una prestaba oído atento a la opinión emitida por la otra. Iwata Mirodi fue la primera en notarlo.”Decidme, nunca hasta ahora nos habíamos hablado y escuchado de esta manera, ¿verdad? Es un verdadero intercambio de ideas (…) Takeuchi Midori concluyó: Es la primera vez que comprendemos a la otra como tal.”
Después de más de treinta y cinco años de vida, las Midori descubrían por primera vez al prójimo…” Es bonito: planificar cómo cargarte a un prójimo, te ayuda a conectar con el resto de los prójimos. No sabían cómo conectar con la Humanidad y en cuanto decidieron restarle un elemento llamado Sugioka, la barrera que las separaba del resto de la Humanidad, se vino abajo. 
El asesinato de Sugioka es una mezcla de ataque banzai y Carmen Maura en “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” Una mujer en una moto, cargando con un palo en cuyo extremo hay un cuchillo, contra un joven que se ha detenido a hacer pis al borde de una callejuela. 
Es en esta ocasión la Asociación de las Midori la que descubre el valor festivo del asesinato: “Aquella noche, en la reunión de la Asociación de las Midori, reinó un ambiente alegre como nunca, risas y gritos (…) se reían hasta llorar y curiosamente habían perdido la costumbre de hablar a tontas y a locas sin escucharse las unas a las otras. Estaban discutiendo realmente.”
Aquí dejo el comentario de la novela. Lo que me fascina es que este resumen que he hecho, que para mí habría dado para una novela entera, sólo representa el primer cuarto de la novela. En cuanto a las tres cuartas partes restantes, sólo diré que rezuman sangre y que hay que leerlas.

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