Revista Expatriados

Un buen partido

Por Tiburciosamsa
Un buen partido
(Ojo, me cargo la novela)
Lo que más sorprende de la novela “Un buen partido” (en inglés “A suitable boy”, cuya traducción al español sería “Un chico adecuado”, que me gusta mucho más que la traducción bajo la que la novela se ha popularizado en nuestro idioma) de Vikram Seth es que alguien a finales del siglo XX se hubiera puesto a escribir una novela-río al estilo de “Guerra y Paz”. Vikram Seth escribe una novela gigantesca como si Flaubert, Joyce, Cortázar o Proust no hubieran existido… y el resultado es excelente. La novela arranca con la boda de Pran y Savita y la preocupación de la madre de ésta, la señora Rupa Mehrapor casar a su hija menor, Lata. Así pues, el título de la novela arranca de lo que será el principal hilo argumental de la novela: los esfuerzos por casar a Lata. Nada que no les hubiera resultado familiar a las hermanas Brönte o a Jane Austen. Aquí se nota la infatuación de Seth con la literatura inglesa. Como en las buenas novelas decimonónicas, varios competidores pugnan por la mano de Lata: Kabir, por quien Lata desarrolla un amor apasionado que es correspondido, pero que presenta un grave problema: es musulmán; Amit, un poeta tímido y sensible, que oculta sus sentimientos bajo una capa de ironía; Haresh, un hombre hecho a sí mismo, lleno de optimismo y con un gran concepto de sí mismo, pero que tiene también su lado tierno. Pero, a diferencia de las novelas inglesas del XIX, Seth no se limita a esa trama, sino que aborda muchas otras, que le permiten crear una gigantesca novela-río en la que cabe toda la India de 1951-52, período en el que está ambientada. Está el tema de la carrera política del consuegro de la señora Rupa Mehra, Maheesh Kapoor, que le permite retratar las querellas intestinas del Partido del Congreso de aquellos años y las elecciones de 1952. Están los amores ilícitos de Maan, el hijo de Maheesh, con la cortesana Saeeda Bai. Están los conflictos intercomunales entre hindúes y musulmanes y entre castas desfavorecidas y castas altas… Llama la atención la gran cantidad de escenas de lo más diverso que presenta Seth, como si quisiera que no se le escapase ninguna de las facetas de lo que es la India. Asistimosa una manifestación tumultuosa de musulmanes, que acaba con muertos, en contra de la construcción de un templo hindú en las proximidades de una mezquita; a un debate en el legislativo provincial en torno a un proyecto de ley para desposeer a los terratenientes de sus tierras; a una cacería para abatir a unos lobos devoradores de hombres; a una campaña electoral en un distrito rural; a toda la veneración y papanatería que rodea a un guru; a un conflicto laboral… De alguna manera, el marco creado por Seth es tan amplio que todas esas escenas caben en él sin ningún problema. Eso sí, nunca perdemos de vista la trama principal que es la búsqueda de un novio adecuado para Lata, pero mientras esa trama se va desarrollando, Seth nos presenta toda la riqueza y los matices de la India. De hecho esta riqueza parece que no fue buscada, sino que surgió mientras Seth trabajaba en la novela. Originalmentela novela iba a ir solamente de la búsqueda de un pretendiente para Lata. Fue mientras la desarrollaba, que Seth comenzó a introducir elementos correspondientes a otras novelas que tenía en la cabeza y el resultado fue un conjunto tan abigarrado, rico y variado como la primera parte de El Quijote.Uno de los temas esenciales de la novela es el amor y aquí Seth demuestra que es un tema que conoce bien. Tenemos el amor apasionado entre Lata y Kabir. La manera tímida y reticente con la que Amitama a Lata. Haresh y su amor entre convencional, pragmático y un punto arrogante. También están el amor volcánico e ilícito de Maan por Saeda Bai, el amor egoísta, lujurioso y adúltero entre Meenakshi y Billy Irani, el amor doméstico y tierno entre Pran y Savita… Leyendo “Un buen partido” uno entiende que eso que llamamos amor es algo tan variado y con tantas facetas, que deberíamos inventar una palabra distinta para cada una de ellas. Otra cosa que me gusta de Seth es que no le da al lector el final feliz y facilón al que Hollywood nos tiene acostumbrados. Sí, a uno le gustaría que Lata se acabase casando con Kabir a quien ama realmente. Pero eso sería incongruente con una India en la que si el matrimonio fuera de la propia casta es dificilísimo, ya no hablemos del matrimonio entre una hindú y un musulmán. En su defecto, uno habría querido ver a Lata casada con el soñador Amit, pero eso iría contra el carácter de Lata: fuerte y apasionada, pero con los pies en la tierra. Al final Lata opta por el pretendiente que menos le atrae al lector, pero que es el más plausible de todos: Haresh. Acostumbrado a los finales almibarados de Hollywood me encanta la honestidad de Seth, que ofrece un final real como la vida misma: Lata acaba casándose con el pretendiente más convencional. Hay dos grandes novelas que retratan la India de la independencia. Una es “Los hijos de la medianoche” de Salman Rushdie y la otra “Un buen partido” de Vikram Seth. “Los hijos de la medianoche” ha atraído más a los lectores occidentales. Influye que Rushdie está más occidentalizado y que escribió una novela más vanguardista. Sin embargo, en la India la novela que ha arrasado es la de Seth y tiene porqué. Contiene todos los elementos para que un indio se sienta identificado por ella. La novela fue tal éxito que enseguida vino la pregunta que más detesta un escritor: ¿y para cuándo la continuación? Penguin hizo la gran apuesta: adelantó 1,7 millones de dólares a Seth para que escribiese la segunda parte, que sería publicada en 2013, justo 20 años después de la publicación de la primera. A fecha de hoy Seth sigue escribiendo meticulosamente y nadie tiene ni idea de cuándo saldrá la segunda parte. Según se comenta, la segunda parte se titulará “A suitable girl”, título que espero que sea mejor traducido al español. En ella Lata, convertida en abuela, busca una esposa para su nieto. La trama daría pie para que Seth se explayase sobre la evolución de la India entre 1952 y la actualidad. Sinecesitó 1.449 páginas para contar 18 meses de los años 1951 y 1952, uno puede echarse a temblar pensando en cuántas páginas necesitará en esta ocasión. 

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