Revista Ciencia

Un burro, una tasca, un alpendre, un grato recuerdo

Por Nofler @nofler8
Un burro, una tasca, un alpendre, un grato recuerdo Un burro, una tasca, un alpendre, un grato recuerdoimagen extraida de internet En los tiempos en los que ocupábamos las horas de nuestro tiempo libre, cabalgando por las tierras gallegas. En alguna ocasión, visitamos Betanzos de los caballeros. Un lugar pintoresco, lengendario e histórico donde otras épocas se mezclan con el presente. El recuerdo de un mundo todavía respetuoso con la naturaleza, menos agresivo y más sencillo, mezclado con el arte de sus piedras, su arquitectura. El recuerdo en un majestuoso portal hecho de piedra y madera, por sus maestros carpinteros y canteros que nos  dejaron huella de su arte y esfuerzo. Con sus manos moldeaban toda aquella piedra o madera que tocaban, para transformarla en lo que sería hoy patrimonio histórico de la humanidad. Costumbres y tradiciones que llegaron a nuestros días, como los famosos ramos de Betanzos, que no son otra cosa que una rama de laurel  colocada  en un portal de un bajo, que nos indican que su propietario ha recogido la cosecha de uvas, ya ha fermentado y dispone de vino para probar. Tal deleite natural, que la vida nos ofrece cada año, gracias al cultivo y cosecha que gentes trabajadoras heredaron o aprendieron la tradición de la producción del vino. En las angustias de Betanzos, en su cuesta tan empinada como antigua, se esconde una casa, cuyo dueño tiene una fantástica tasca. Allí entramos, con los caballos, que dejamos atados a una argolla dentro del recinto donde nos encontrábamos. Abrimos la puerta de la tasca auténtica, un lugar que te transporta 50 años atrás, mesas, bancos, maíz, enseres de campo, artilugios de labranza, aperos y carros, barriles de vino y demás trastos que se guardan en un típico alpendre gallego, convertido en tasca y lugar de encuentro de gentes diferentes. Eso era la tasca, un alpendre gallego, un palleiro, un establo, en el medio del lugar,  una puerta que se abre al medio y por la parte de de arriba de la puerta, la ventana,  asoma la cabeza, el protagonista de este relato, el burro. Allí estaba el borrego, en medio de la tasca, que no era otro lugar que su casa, un bodeguero, vino y un punto de encuentro, en un espacio enxebre y encantado, un sitio donde la humildad, el recuerdo de otro tiempo, la complicidad de su dueño y el recuerdo de una vida rural, conmemora el momento de un sueño hecho realidad. Salimos a por nuestros caballos, volvimos a galope tendido a la vida moderna y real de donde nos habíamos escapado. Supimos que durante unas horas habíamos entrado en el túnel del tiempo y nos sentimos afortunados por ello!!!

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