Lucy Martínez, de catorce, inteligente, sensible y espabilada, viaja en coche con destino Phoenix para visitar a su padre por vacaciones. Conduce su hermano mayor, Jamie, y a su lado, como copiloto, se sienta el mejor amigo de éste, Kit, que no para de hacer rabiar a Lucy. Hace un calor pegajoso, les quedan muchos kilómetros por delante y empieza a oscurecer… y justo cuando están cruzando el desierto de Nuevo México sufren un accidente: creen haber atropellado a un coyote. Pero no es un animal lo que han visto retorcerse y después quedarse inmóvil en medio de la carretera: es una chica joven, casi de la edad de Jamie y Kit, y está muerta.
Me gusta Siruela especialmente por dos detalles a los que doy mucha importancia en este mundillo lijero: porque no suele indignarme con incorrecciones ortográficas, y porque tiene buen ojo para elegir títulos decentes, bien hechos y entretenidos. Por eso me ha gustado Un cadáver en el desierto, porque cumple de sobra y con elegancia esos dos puntos. No es la mejor novela del mundo, ojo, pero sí cuenta con un estilo fresco, un ritmo digno del mejor caballo al trote, una sensibilidad especial para ambientar las escenas, y unos personajes principales para nada intercambiables que se hacen querer y demuestran tener personalidad. Elise Broach sabe escribir; se le da bastante bien, de hecho. Ofrece la información a poquitos y sólo en los momentos necesarios, hace detenerse el tiempo cuando quiere hablar de intimidades (discretamente y con gusto), y logra que con sus descripciones, a veces sutiles, sintamos el calor y la magnificencia del desierto, árido y vacío sólo en apariencia. También sabe seleccionar con mucho acierto cuándo habla un personaje y cuándo otro, o quién se va con quién a investigar una posible pista y quién se queda con quién cuidando de la casa y los perros. Como he dicho, crea unos personajes, tanto principales como secundarios (y en estos incluyo a dos perros grandes como leones y a su fascinante dueña), fuertes, muy propios, hechos de buena pasta; y con ellos nos enseña a confiar, a amar a pesar de ser poco conveniente, a ser cabezotas cuando creemos que merece la pena y a crecer, a madurar. De principio a fin, incluidos el misterio y la parte romántica, me ha parecido una obra estupenda, con su buena intriga, con sus buenos besos robados, con sus buenos diálogos, y con su buena parte adulta y su buena parte adolescente. Lo que ya no me ha parecido tan bueno es ese regustillo a “libro americano”, aunque supongo que a esto hay que resignarse cuando quien escribe es estadounidense. Pero hay algo a lo que no estoy dispuesta a hacer ninguna concesión: la parte en la que la autora hace “fus fus” y se quita de en medio a los padres de los chicos para que éstos puedan tener su aventura. No habrían podido vivirla si no hubieran estado los tres solos, prácticamente abandonados a su suerte en medio del desierto, pero… si tu hija adolescente te llama por teléfono asustada, ¡aterrorizada!, y te cuenta que han tenido un accidente, que están en otro estado, que hay una chica muerta y que la policía se lleva a su hermano, lo normal no es decir que les quieres mucho y que, caray, qué susto, ¿no?, pero que tienes tanto trabajo o es tan tarde que mejor habláis al día siguiente cuando sepan algo más. Me parece una actitud parental muy poco verosímil, y como se alarga a lo largo de toda la novela, termina chirriando. Pero claro, insisto en que si las mamás y los papás de los protagonistas hubieran actuado como buenos progenitores, no habría habido historia que contar. Aun así, estoy segura de que Broach podría haber encontrado una excusa mejor que ésa.
Reconozco que el asunto de los padres irresponsables hasta la náusea o la incoherencia me ha indignado un rato, pero a pesar de eso, también reconozco que Un cadáver en el desierto es una lectura de lo más entretenida y a veces muy divertida. El misterio que rodea a la chica muerta da mucho de sí y obliga a que los personajes se muevan y tomen decisiones valientes; el cuadro que la autora nos pinta de los amaneceres y atardeceres en el desierto es cautivador; y la parte amorosa de la historia es casi sensacional y de un realismo tremendo. ¿Recomendable? Elemental, queridos tiramillotes.