Me dejo llevar por la conga como solo el río puede arrastrar las piedras, el Festival Marcapasos da inicio y nos invita a la catarsis liberadora de la danza. La conga sigue sonando y no puedo dejar de moverme. Me voy quedando en sudor, los pasos acompasados, el gentío y el bullicio, la intimidad pública, los pies descalzos, quemados de tanto andar las avenidas, los cuerpos negros pin, tan, pin, tan, pin, tan arrollando, arrollándome, empujándome a otra vida, como si los huesos me estorbaran.
¿Un cafecito?, ¿cortadito?, ¿negro?, ¿con ron?, ¿con chocolate?, ¿cappuccino?, ¿expreso?, ¿americano?, ¿doble o sencillo? A Sandra Rami le toca inaugurar la primera noche de café nocturnos del Festival. Abre las puertas del tambor y en un día consolida un pequeño taller en el que se mezclan bailarines y actores en un espectáculo que tiene como base la improvisación.
Solos, dúos, tríos, cuartetos (esto no es una orgía) es la estructura de la puesta en movimiento que comienza con una especie de ritual cuando encienden el incienso. El espacio es minimal: telas negras a ambos lados y al fondo, una pared blanca iluminando el lugar con calles de luces sepias.
¿Qué hora es?, ¿puede decirme la hora compañero?, ¿dime la hora ahí pipo? Tiempo y movimiento fundiéndose en las primeras improvisaciones: ¡El cabaret de reparaciones imprevistas!. Título sugerente cuando sabemos lo difícil que se tornan las construcciones y, sobre todo, las reparaciones en nuestras ciudades.
Bla, shhhh, tra, tri, plash, plum , cataplanfulas la onomatopeya se mezcla con la expresión corporal y el tempo ritmo de los cuerpos. Mi corazón rojo tiene aire. Aire rojo. Corazón con aire. Aire con corazón. Disímiles momentos y formas de construcción semántica, el mundo al revés. ¡Qué locura la del decir!
La interacción con el público se convierte en un elemento especial que insta a la lúdica y al choteo. Te voy a decir un secreto y nos lo vamos pasar de oreja a oreja a ver si llega a nuestra alma, te contaré por un instante que en el atardecer el sol se ahoga en el mar por culpa de un amor olvidado, te contaré que el dos le sigue al tres y que al ocho le dio ansiedad y comió tanto que se puso regordete.
Arranca la carrera contra el tiempo, Alicia corre tras la Rami: si quieres llegar a algún lugar tienes que correr dos veces. Corren, avanzan, se detienen, suben, bajan, se revuelcan en el suelo, se extienden como lirios sobre el viento, se estiran y encojen y al final un grito: ¡regresa Sandra, regresa!.