Revista Viajes

Un día en Oxford

Por Bkik19 @bkik19

Llegé a OXFORD la mañana de un lunes lluvioso a inicios del otoño. Sentada en el asiento delantero en la parte de arriba de un autobús rojo de dos pisos, el paisaje urbano de Londres se alejaba mientras miraba por la ventana empañada al atravesar Nothing Hill Gate. El viaje se me hizo muy breve debido a la comodidad del asiento y al lúdico entretenimiento que despertaba mis emociones de poder contemplar el campo inglés con mis propios ojos: sus pastos, sus riachuelos y su extensa vegetación verde esmeralda.

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Tenía planificada una atractiva jornada en la que visitaría los monumentos más importantes de la ciudad universitaria. El viento y la lluvia se pusieron en mi contra nada más bajarme del autobús porque resultaba muy incómodo sujetar un paraguas, mirar un mapa y hacer fotografías a la vez. Mi impulso artístico me llevaba a querer fotografiar todos los edificios, a cada cual más bello, pero no podía detenerme demasiado por el intenso temporal. No obstante, me ofreció algo de tregua en algunas ocasiones y en otras simplemente me mojé.

Mi primera visita fue a la Biblioteca Bodleiana en Broad Street, no sin antes admirar la magnífica fachada del Teatro Sheldonian, llena de encanto. Fue edificado en 1668 a partir de un diseño creado por el arquitecto Christopher Wren, famoso por sus trabajos en Londres, especialmente por la Catedral de San Pablo. Su nombre se debe a Gilbert Sheldon, rector de la universidad cuando se financió su construcción. En este teatro tienen lugar conferencias, recitales de música y diversas ceremonias de la universidad como el acto de graduación.

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Mi ilusión era desbordante al cruzar el patio de la antigua Biblioteca Bodleiana, al hallarme en una de las bibliotecas más antiguas de Europa. Fue inaugurada nada más y nada menos que en 1602 por Thomas Bodley para sustituir a la biblioteca primigenia de Humpfrey de Gloucester (hermano de Enrique V de Inglaterra), cuya colección se había dispersado durante el siglo XVI. El crecimiento de la colección bodleiana provocó que el edificio fuese ampliado en diversas ocasiones.

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La sala más preciada de la biblioteca es la denominada Divinity Schoool, antigua escuela de teología, construida en Perpendicular Style (estilo perpendicular), entre 1427 y 1483. Este estilo es el que se da durante la tercera etapa del gótico en Inglaterra. Se caracteriza por su linealidad y perpendicularidad en oposición a las curvas del anterior, Decorated Style (estilo decorado), equivalente en España al gótico flamígero o florido. Inmensos ventanales de complicadas tracerías reticulares y bóvedas pinjantes de abanico como las que vemos en la sala son las notas más comunes de su peculiaridad. Aquí se rodaron las escenas de la enfermería en varias películas de Harry Potter, así como las clases de baile de la pofesora McGonagall en El cáliz de fuego, por lo que acuden a ella miles de fans todos los años.

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Puede escogerse la visita con guía o la visita por libre, bastante más barata. Aunque la visita con guía presenta la ventaja de ver también la Biblioteca del Duque Humpfrey, situada justo encima de la Divinity School, en la primera planta. Se trata de la sala de lectura más antigua de la biblioteca e incluye una gran colección de manuscritos, mapas y libros antiguos. Es digno de admirar también su patio de estilo jacobino (segunda fase del Renacimiento en Inglaterra).

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Al salir justo por el lado contrario del patio por el que entramos, nos encontramos con la Cámara Radcliffe, cuya arquitectura representa una de las imágenes más famosas de Oxford. Fue construida entre 1737 y 1749 bajo un diseño de James Gibbs en el más puro estilo paladiano inglés, para albergar la Biblioteca de Ciencias Radcliffe. Actualmente es una sala de lectura de la Biblioteca Bodleiana, que también puede visitarse.

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Se trata de un edificio circular a modo de rotonda. Sobre un primer piso almohadillado, donde se alternan hornacinas y portadas rematadas por frontones triangulares, se encuentra un segundo piso de muros lisos, construido en la piedra característica de la ciudad, con un orden gigante de dobles columnas de estilo corintio, donde se alternan más hornacinas y ventanales rematados por frontones triangulares. El entablamento conecta con la balaustrada superior, decorada con jarrones. Por encima se levanta un tambor ortogonal horadado con ventanas, que sustenta la gran cúpula con linterna. Es una obra arquitectónica que impacta por su monumentalidad y belleza.

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Justo al lado se encuentra la iglesia de los estudiantes, Saint Mary de Virgin. Su torre del siglo XIII ofrece buenas vistas de la ciudad, especialmente de la plaza Radcliffe. El resto de la iglesia se construyó en perpendicular style a principios del siglo XVI. Encontramos de nuevo grandes ventanales de tracerías reticulares que ofrecen como resultado una fuerte iluminación interior y múltiples pináculos, que encontramos por toda la ciudad. Cuenta con una cafetería en el jardín bastante idílica para tomar un té.

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Muy cerca de allí, a tan sólo unos pasos, se encuentra el preciado Hertford Bridge (conocido popularmente como Bridge of Sighs, puente de los Suspiros), en New College Lane, que conecta dos edificios de la Universidad de Hertford. Al pasar por debajo nos encontraríamos en las cercanías del New College, en cuyo claustro también se rodaron algunas escenas de Harry Potter y el cáliz del fuego.

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Otra de las visitas imprescindibles en la ciudad es el Christ Church, uno de los colleges más grandes e importantes de Oxford. Christ Church es también la Catedral de la Diócesis de Oxford, que forma parte del complejo del college. Fue refundado por Enrique VIII en 1546, tras suprimir el college primigenio, fundado en 1525 por el cardenal Thomas Wolsey y conocido como Cardinal College. La famosa puerta-torre fue diseñada por el arquitecto Christopher Wren en 1682, y su campana conocida como Great Tom sigue repicando 101 veces a las 9 p.m. en recuerdo a los 101 alumnos originales que eran llamados para el toque de queda. El comedor y la escalinata son mundialmente conocido por ser los de Hogwarts en las películas de Harry Potter. También cuenta con una gran colección de arte renacentista.

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Os aconsejo que no os vayáis sin pasar por sus bellos jardines, que en otoño por lo menos se muestran como una estampa idílica, que invita a la contemplación y a la evasión. Es un buen lugar para tomarse un descanso, pero sólo si el temporal acompaña.

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En estos jardines os encontraréis como en un cuento y entenderéis sin lugar a dudas de donde sacó J. K. Rowling gran parte de su inspiración. Oxford es la ciudad con más conexiones hacia el universo mágico de Harry Potter y por ello fue el lugar predilecto para sus rodajes.

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La calle principal, Cornmarket Street, es una calle comercial repleta de opciones para todos los gustos para comer e ir de compras. Desde el más típico fish and chips hasta Mc Donalds y desde un Marc & Spencer hasta librerías típicas donde los estudiantes adquieren su material escolar, trajes, capas, etc. En su inicio se encuentra la Carfax Tower, considerada como el centro de la ciudad.  Su nombre Carfax deriva del francés carrefour, cruce de cuatro caminos. Se trata de la torre del reloj, del siglo XIV, que antiguamente pertenecía a la iglesia de San Martín (derruida) y que marca las horas con sus campanadas. Una visita a su cima ofrece una buena panorámica del lugar.

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Y para terminar una recomendación dulce. No debéis marcharos de Oxford sin probar un auténtico fudge. El fudge es un dulce típico británico. Básicamente es caramelo con consistencia de toffee, al que han añadido muchas opciones modernas incrementando sus tipos y sabores. Ahora hay fudge de caramelo salado, chocolate a la menta, de limón o incluso de fresas con nata. En el local Fudge Kitchen que es una franquicia con sucursales por las principales ciudades británicas se puede contemplar incluso cómo lo hacen en directo. También venden fudge para untar en tarros (para echar en las tortitas, tostadas o en una tarta por ejemplo) y en sobres para mezclar con leche o con café. Todas las opciones son increíblemente buenas. Yo probé el fudge de chocolate salado y el tradicional de toda la vida. Ambos estaban absolutamente deliciosos.

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