Tuve la oportunidad de leer a Kundera empezando con “La insoportable levedad del ser” y “la identidad. No sé si a alguien le pasa lo mismo, pero aún pienso en sus protagonistas, en la “relación” amorosa y sentimental entre: Tomás, Sabina, Franz y Teresa, incluso pienso en el perro Karenin, en donde la existencia de él muestra la felicidad que le falta a los protagonistas. Y en La Identidad en donde está la retraída y apacible Chantal y el cariñoso Jean-Marc.
Un encuentro es en cierta manera muy diferente a los otros temas mencionados. Milan Kundera en su libro menciona a muchos escritores; músicos y pintores. Analiza y comenta a manera de ensayo las reflexiones o sus encuentros apasionantes con esas obras maestras.
Entre los artistas que menciona están: Škvorecký, Linhartova, Milosz, ,Malaparte, Xenakis y Bienczyk, pero gracias a Google pude enterarme de quienes eran. Aparecen también Kafka, Carlos Fuentes, Céline y Gabriel García Márquez.
Kundera muestra UN ENCUENTRO con algunas obras maestras de la literatura, la música y la pintura, aquí nos enseña algo diferente en comparación de sus otros libros; los ensayos, las reflexiones y la exploración inédita que hace de cada arte en la que podemos leer los sentimientos de cada artista con sus creaciones, la satisfacción de plasmar sus esencias en papel, en música, en dibujos. Es algo existencial que trasciende en la memoria y la lucha desesperada del artista por sentir que en realidad ha dado lo mejor en forjar su arte.
Reconocí a un escritor escrupuloso que hace querer leer los libros que lee, escuchar la música que escucha y observar una que otra vez los cuadros que admira. En cada una de las historias se encuentra con recuerdos de la primavera de Praga
Detrás de cada análisis hay un escritor lúcido que se enfrenta a hacer un ensayo sobre el arte de Francis Bacon (el cual inspiró parte de “el libro de la risa y el olvido”). Aprendí de El Idiota libro de Dostovieski, de la libertad sexual de D.H Lawrence, de la eufória lírica de Henry Miller, de la vida de Anatole France un escéptico apasionado, del orgullo de Beethoven, o el olvido al que Rabelais fue condenado en la imposición literaria (etcétera).
Después de toda esa alimentación literaria en la que te agarras del libro y no lo quieres soltar, las emociones que recoges son confusas, a veces tristes y un poco deprimente al ver que detrás de toda esa serenidad siempre encontraremos la parte política y social en la que ha vivido el autor.
Una novela escrita por partes que abarcan dos o tres hojas, en las que el lector disfrutará y se adentrará a conocer más respecto a lo antes mencionado.
Lectura Recomendada.