Revista Salud y Bienestar

Un estudio del CIBEROBN aporta nuevas pistas sobre el papel de la grasa parda en la lucha contra la obesidad

Por Fat

Un equipo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición, CIBEROBN, acaba de publicar en la revista 'Cell Metabolism' un editorial sobre el papel clave de la recién descubierta hormona Irina en la lucha contra la obesidad, que se activa con la práctica de ejercicio físico transformando la grasa blanca (mala) en parda (buena).
El descubrimiento del grupo del CIBEROBN dirigido desde Barcelona por el profesor Francesc Villarroya, viene a desvelar cómo el ejercicio físico se comunica con los tejidos humanos afectando al sistema endocrino, y abre una nueva vía farmacológico-terapéutica contra el sobrepeso y sus trastornos asociados.
El artículo publicado en la revista Cell Metabolism se extiende ampliamente en las funciones y efectos beneficiosos para la salud, frente a problemáticas derivadas del sobrepeso, de la molécula irisina, recuperando el reciente hallazgo de un equipo de la Universidad de Harvard, publicado en la revista Nature.

El grupo que dirige el profesor Villarrolla 

El grupo que dirige el profesor Villarrolla

Los científicos estadounidenses encontraron parte de la respuesta a la pregunta sobre cómo nuestro cuerpo traduce en ventajas el movimiento provocado por la práctica de ejercicio físico al identificar, en roedores, esta sustancia natural llamada irisina, como uno de los principales traductores en este proceso de comunicación que va desde el músculo hasta la grasa.

Termogénesis
A diferencia de la grasa blanca, cuya acumulación resulta perjudicial para la salud, la grasa parda tiene el efecto contrario y recibe su nombre de la alta concentración de mitocondrias (de color marrón oscuro y encargadas de suministrar la energía necesaria para la actividad celular). Su función principal, la termogénesis, o capacidad para generar calor en el organismo debido a las reacciones metabólicas, permite quemar calorías para mantener la temperatura corporal.
La grasa parda actúa como una caldera de calefacción humana, resultando imprescindible para la supervivencia de los recién nacidos tanto humanos como mamíferos en general. Recientes investigaciones han demostrado que la grasa parda está activa también en los humanos adultos.
Posibilidades farmacéuticas
En los humanos, su distribución varía en función de la edad, los niveles de glucosa, el sexo y el Índice de Masa Corporal (IMC) de cada persona, de forma que los individuos que tienen un IMC más alto cuentan con menor cantidad de grasa parda en su organismo. Hecho que reafirma el papel que ejerce la grasa parda en la regulación del peso corporal, de manera que contar con altos niveles de este tejido en el cuerpo ayudará a las personas a protegerse contra el sobrepeso y la obesidad. A su vez, también ayuda a responder a la pregunta de por qué algunas personas comen mucho y no engordan ni padecen diabetes tipo 2, mientras que otras sí. Por ende, mantener la grasa parda activa es clave para controlar el peso, especialmente en la edad madura y la vejez.
Los investigadores del CIBEROBN centran ahora sus avances en la posibilidad de estimular farmacológicamente o mediante nutrientes la actividad de la también llamada grasa buena o adelgazante "para conseguir que los pacientes obesos puedan eliminar su exceso de tejido adiposo blanco, pudiendo adelgazar con mayor facilidad y con menos carga de ejercicio físico", indica Villarroya.
**Publicado en "ACTA SANITARIA"

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