Hace un tiempo me animé a visitar el Burgo de Osma, gracias a una oferta que vi en Viajeros del vino, y que llamó poderosamente mi atención. “ENTRE AGUAS Y VIÑEDOS”, la idea de bañarme en aguas mineromedicinales y en ricos vinos de la Ribera del Duero me parecía el mejor plan para una escapada con mi pareja.

A la llegada nos esperaban unas ricas pastas de la tierra soriana y un rico vino verdejo de Rueda, que junto a la compañía de mi pareja y a la decoración y el ambiente totalmente romántico, me hizo sentir como una verdadera reina!
En la habitación nos habían dejado colocadito el pack para ir al claustro termal (zapatillas, albornoz y los gorros de baño), así que no lo pensamos dos veces y nos fuimos a dar un baño relajante, a esas maravillosas aguas que había leído que iban a ser capaces de descontracturar mi espalda. Creí que iba hacia un lugar pequeño y rústico cuando me llevé otra grata sorpresa, al descubrir la majestuosidad de aquel lugar, el rumor de las aguas que caían de los múltiples chorros, y la claridad de las aguas, no me dejaron tan siquiera pensarme dos veces el meterme a probar las aguas, además la decoración columnada bajo aquella gran cúpula por donde entraba tímidamente los rayos de luz me invitaron sin más a disfrutar, y a relajarme.

Al día siguiente no podíamos irnos sin probar la vinoterapia, en el folleto del hotel ponía algo así como que tenía efecto antioxidante o antiedad, pues bien no sé si me valdrá para no oxidarme en mi etapa de madurez, pues aún soy joven pero mi sensación después de probarlo fue de que me hubieran cargado las pilas, la sensación de la uva fresca por el cuerpo es muy recomendable.

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