Playa del Camello
Llevaba unos días flojos, un poco tristona, de color gris y más vaga de lo normal. Mis amigas tenían mucho que estudiar y decidí hacer maleta y pasar el finde en Santander, sin saber lo que me esperaba.
¡El verano no se había ido! Las playas estaban llenas y mucha gente aún mantenía un moreno propio del mes de Agosto, era yo la más blancucha de toda la ciudad aunque tampoco me quitó el sueño.
Santander con lluvia es bonita, con sol es preciosa.
Los Molinucos, la playa más pequeña de Santander
He comido bocata de tortilla en la Playa del Camello, después he leído La vida imaginaria (entretenido, sin más) mientras el sol me pegaba en la parte de atrás de las rodillas (no se muy bien como se llama) hasta quedarme dormida.
He paseado bordeando la costa hasta el Faro de Cabo Mayor, he tapeado en Cañadio. Un restaurante que me pone nerviosa por la variedad de pinchos que tiene en la barra. ¡Los probaría todos! y también me he bañado en la playa más pequeña de Santander.
He tomado un helado de Regma (los mejores de la ciudad) y me he manchado hasta el codo. He disfrutado de mi familia y mi madre se ha dejado engañar cuando la he comentado que "necesito" esta sudadera para recordar lo feliz que he sido en Italia.
Mango
Me he sentido afortunada y
*Si tienes pensado visitar Santander haz caso a todo lo que dice El Guardián entre el centeno en este post, porque sabe mucho más y escribe mucho mejor. Hay dos personas que siempre tienen razón: El manual del buen vividor y una madre.