Revista Deportes

Un leproso en tiempos de ébola

Publicado el 13 agosto 2014 por D10
Ya podemos decir que tenemos DT en la selección. Más que DT, según cuentan, será un DDT que empieza a desinfectar.
Gerardo Martino llega a la selección subcampeona del mundo con la intención de ejercer influencia total en el fútbol argentino, incluyendo las selecciones juveniles para las que ya parece tener candidato a entrenador. Es de suponer que se aspira a un proyecto a largo plazo más allá de los resultados, de lo contrario, la relación ideológica de las juveniles con la mayor se interrumpirá siempre antes de establecerse.
El resultado dio a las selecciones de Pekerman y Tocalli una atención que el fútbol argentino no suele poner en las juveniles, luego volvieron a la condición original y continuó la ruptura ideológica, lo que es un factor incidente en la no obtención de resultados parecidos en la selección mayor.
Pensar que los jóvenes son el mañana connota menor incidencia en el hoy, por lo que les restamos atención. La aspiración de Martino pareciera ser instalar la percepción de las selecciones como una línea de tiempo, conectadas más allá del apellido de los jugadores. Ver a los juveniles como un pasado más que como un futuro, ya que llegarán a él en el presente. Así la AFA se profundizaría y podría adquirir una identidad futbolera.
En cuanto a la selección mayor y más allá del gusto personal, los equipos de Martino se caracterizan tanto por la impaciencia como por la generosidad ofensiva. Equipos ofensivos, con tendencia a proponer partidos de ida y vuelta. Un estilo que depende más de la eficacia que de la elaboración. En general son equipos que atacan condicionados por la jugada anterior. Es decir, si recupera en la izquierda, termina en la izquierda pasando una vez por la derecha, raras veces sostiene la pelota un tiempo más, se queda en la primera opción, a lo sumo en la segunda. No es el estilo directo de Simeone ni el estratega de Pekerman, es más parecido a Bielsa.
No es un Guardiola leproso, y no esperaría encontrar todavía esa especie en el fútbol nuestro. El jugador argentino tiene otras características inequívocas, disfruta el sufrimiento como si los logros aumentaran el valor según las dificultades que encontrara en el camino. Se crea obstáculos a sí mismo para unir la alegría al sufrimiento, y así obtener una oferta emocional más amplia en medio de esta hiperinflación anhedónica. Martino tendrá que exigir la posibilidad de modificar poco a poco esta condición que ya se ha naturalizado.
No será fácil incorporar enseguida efectos característicos dado el escaso tiempo de trabajo del que dispone todo entrenador de selecciones. Y tampoco podemos asegurar que fuese a jugar como el ñuls que conocemos o como el Barcelona que armó para suerte de Messi. Aún, es posible creer que la buena base dejada por Sabella, especialmente en lo emocional, será mejorada con un poquito de audacia en el juego.
Bueno, mientras sea con salud.

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