
El apuro ya no es característico de ese personaje que corría de aquí para allá, mirando insistente su gran reloj, y que ahora luce una tristeza que lo opaca y lo vuelve invisible, intangible…irreal.
El conejo blanco está muriendo junto con la fantasía. El país de las Maravillas está agonizando y sus personajes están desapareciendo poco a poco…
Texto: Patricia K. Olivera