Revista Cocina

un par de onzas de chocolate

Por Mikeyf
Desde enero he estado pensando mucho en lo que he vivido hasta ahora, en las cosas a las que di poca importancia en su momento y no supe vivir de una manera más plena, más consciente. Tengo mala memoria. Durante tiempo creí que mi mala memoria era sólo una característica mía más, como el que es zurdo, o tiene el pelo rubio, pero me doy cuenta ahora de que era porque no prestaba atención a las cosas.  Ahora intento recordar y me cuesta, a veces, más de las que me gustaría, tengo que preguntar a los demás como recuerdan ciertas cosas para poder compararlo con lo que yo recuerdo haber vivido.  Además, mi memoria es selectiva, se acuerda sólo de algunas cosas, normalmente, de aquellas historias en las que yo salgo bien parado, no en las que hago el ridículo. Pero de eso no iba a hablar.
Estos días he pensado mucho en mi Aitite*. Murió hace unos años después de una larga enfermedad. Tenía Alzheimer. De mi infancia con él recuerdo pocas cosas. Era un señor serio al que yo no le hacía demasiada gracia, creo yo, aunque tampoco es que fuera especialmente cariñoso con muchos de mis primos, aparte de con mi hermana, que era la niña de Aitite. Supongo que él sabía que yo era diferente, y no le hacía tanta gracia. Era un hombre serio, que se sentaba en su sofá con el periódico, que fumaba puros y que le tenía pelota a mi hermana. Yo, en cambio, siempre estuve más unido a mi Amama**.
Ya mayor yo, después de que le diagnosticaran con Alzheimer, fui notando cambios en él respecto a mí. Supongo que no sabía muy bien quién era yo, no estaba seguro de si era su nieto, o su hijo, o un hombre de la calle, pero me trataba diferente. Claro que trataba a todo el mundo diferente. Yo nunca había visto a mi Aitite abrazar o besar a mi madre, y entonces lo vi.
Siempre recuerdo una cosa de él, y es bueno saber que, en esto, mi memoria no me falla. Acababa de romper con mi pareja, el día anterior, y no tenía ninguna gana de ir a comer con mis aitites, pero mi madre me obligó, e hizo bien. Yo tenía mala cara. No comí mucho durante la comida, y estuve intentando no llorar gran parte de la comida.  En los postres, Aitite se me quedó mirando fijamente y le dijo a mi hermana, "ese está pocho", o una palabra parecida. Mi hermana y mi madre asintieron. Yo noté como las lágrimas amenazaban con brotar una vez más. Entonces él se levantó, vino a dónde mí y me abrazó.
Todavía, hoy en día, seis años después, mientras escribo esto, se me humedecen los ojos y tengo que parar un minuto antes de seguir escribiendo.
Mi Aitite, además de ser un señor serio, era un adicto al chocolate. Mi madre siempre cuenta que dejaba el papel del chocolate vacío en el cajón, y que se metía un par de onzas de chocolate en el bolsillo para ir comiendo mientras leía el periódico.  Una de las perras que tuvieron en casa mis Aitites cuando yo todavía no había nacido, solía perseguirle, y, así, era como sabían que había cogido chocolate.
Recordar estas cosas, a mí me da vida. Me hace sonreír y siempre que como algo de chocolate me acuerdo de él.
un par de onzas de chocolate
Crema (o Frosting) de chocolate negro
Adaptado de "Salvada por los pasteles" de Marian Keyes
Para las magdalenas del otro día, hice dos cremas, una de chocolate blanco, a petición de mi madre, y una de chocolate negro, que era la idea primera.  M., la encargada de la librería donde trabajo, me comentó que para ella, la mejor manera de comerse una galleta Chiquilín era con una onza de chocolate negro.  Eso me recordó a Aitite.
Encontré la receta en el libro de repostería editado por la escritora de chick-lit, Marian Keyes. El libro está bien, aunque prefiero leer sus novelas.
100 g. de chocolate negro
55 g. de mantequilla en dados
200 g. de azúcar glas
65 ml. de leche
½ cucharadita (tsp.) de extracto de vainilla
En un cazo y a fuego lento, derretir el chocolate y la mantequilla. Una vez derretido apartar del fuego y añadir la mitad del azúcar glas primero, después la leche y el extracto de vainilla. Finalmente añadir lo que queda del azúcar y mezclar bien.
Dejar enfríar del todo.
Mejor si se mete a la nevera un cuarto de hora para que termine de asentarse.
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*Abuelo en euskera.
**Abuela en euskera.

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