Revista Cultura y Ocio
A veces los premios son necesarios para que llegue el verdadero reconocimiento, para que todo el mundo sepa quiénes somos y para que nuestra obra sea tenida en cuenta. Debería ser a la inversa, ¿verdad? Debería haber reconocimiento social y popularidad para que, después, empezasen a llegar los galardones y los premios. Sin embargo, estamos en una sociedad en la que las cosas casi nunca funcionan como deberían o a su tiempo justo. Suelen boca abajo, de lado, de espaldas… desordenadas en general. Pero nunca o casi nunca como deberían. Tampoco todo lo que se merece reconocimiento lo tiene.
Nuestra Literatura Infantil y Juvenil, cada día son menos los que piensan lo contrario, es importante y muy atractiva, estoy seguro de que todos lo sabéis o, al menos, lo sospecháis. Nuestros autores son geniales y el trabajo que realizan monstruoso y complicado, muchas veces frente a contratiempos inexplicables. Todos hemos leído, leemos o leeremos títulos y autores que engrandecen nuestra Literatura. La Infantil y Juvenil es la más importante de todas, o eso pienso, porque es la que teje una sociedad lectora, crítica y capaz de pensar por sí misma. Y sin embargo todos sabemos que tiene una fortísima carencia de reconocimiento por parte de la sociedad, de los medios de comunicación y de los grandes gurús de la opinión cultural.
A ver si lo que nos faltan son premios… nuestros no, por supuesto. En España se entregan decenas de premios de Literatura Infantil y Juvenil, nuestros libros se exportan a todo el mundo, nuestros autores viajan a decenas de países y publicamos en un idioma que se puede leer en la mitad de los rincones de la Tierra. Y sin embargo… algo nos falta. De eso no hay duda. Algo nos falta para tener la importancia que tienen en Literatura Infantil países como Inglaterra o Alemania, autores como todos los que están en vuestra mente ahora mismo. ¿Dónde está nuestro Ende, nuestro Rodari? ¿Dónde nuestra Lindgren o nuestra Rowling? ¿Qué necesitamos para que nuestros autores puedan estar a la altura de Roald Dahl o Antoine de Saint Exupéry?
¡Eso es!, necesitamos un gran premio, un enorme reconocimiento que nos permita codearnos con los más grandes, que acabe con muchos de nuestros complejos y nos ponga en la primera división mundial de la Literatura Infantil y Juvenil. A mí no me cabe ninguna duda de que entre nuestra extensa lista de creadores infantiles y juveniles hay autores comparables o incluso superiores a Cornelia Funke, Christine Nöstlinger, Maurice Sendak, Erich Kästner o María Gripe, por poner algunos ejemplos. Y para nuestro desconcierto, en los más de 60 años de historia del galardón más importante de la Literatura Infantil y Juvenil de todo el mundo, el Hans Christian Andersen, entregado por el IBBY cada dos años y considerado el Premio Nobel de la Literatura que también pueden leer los jóvenes y los niños, solo lo hemos recibido en una ocasión, en una única ocasión… y fue hace ya 50 años… porque fue entregado en 1968 a José María Sánchez-Silva y García-Morales, el autor de “Marcelino pan y vino”.
Yo creo que nos toca ganar, ¿verdad? Nos toca merecer este premio para que nuestra literatura empiece a ganar en reconocimiento y en popularidad. Este galardón se entrega cada dos años y da la casualidad de que este, 2018, medio siglo después de que lo ganase un español por primera y única vez en toda la historia, tenemos de nuevo una oportunidad de ganarlo. Y el candidato a traerse este premio tan impresionante y yo diría que necesario para nuestra Cultura y nuestra Educación, es uno de nuestros autores más leídos y queridos, porque este año tenemos como candidato a Alfredo Gómez Cerdá. También está como candidata la ilustradora Elena Odriozola, lo que es una magnífica noticia.
La Asociación de Bibliotecarios y bibliotecarias de Albacete (quizá esto debería haber llegado antes y de parte de instituciones más elevadas, aunque es una fortuna que alguien lo esté moviendo) ha puesto en marcha una campaña muy importante en favor de que nuestros dos candidatos, Elena y Alfredo, estén, al menos en la lista de cinco finalistas que se conocerá a finales de este mismo mes.
Nuestra Literatura Infantil y Juvenil está haciéndose fuerte, el año pasado celebramos mucho a Gloria Fuertes, a quien hay que seguir leyendo durante este y el siguiente y el siguiente, y el siguiente.... Y acabamos 2017 con la Medalla al Mérito de las Bellas Artes a otro de nuestros grandes, Jordi Sierra i Fabra…
¿No nos vendría estupendamente bien este nuevo empujón a nuestra literatura para jóvenes y niños?
Alfredo ha publicado más de 100 libros, es una figura literaria de primer orden y es uno de esos autores que uno escucha atentamente cuando habla, que es siempre interesante escuchar y leer, con el que siempre es una suerte conversar. Elena es una de esas ilustradoras que uno reconoce al primer vistazo… que no necesita presentación porque se presenta con sus dibujos.
Jo, qué bien nos vendría que los dos se trajesen a nuestro país el Premio Nobel de Literatura Infantil y Juvenil. Qué gran noticia será para nuestra Educación y para el Fomento de la Lectura que se lo trajesen, los dos. ¿Quizá deberíamos poner en marcha una campaña más grande, mostrar a todo el mundo que todos los niños de nuestro país están leyendo y disfrutando a estos autores? ¿Hacer todo el ruido posible para que alguien se dé cuenta de todo lo que se está trabajando en nuestro país por la Literatura Infantil y Juvenil? Creo que entre todos deberíamos aportar esos minúsculos granitos de arena que desequilibren la balanza y nos regalen una de las noticias más bonitas que podríamos dar en 2018. A mí me encantaría darla, por supuesto.
Qué bonito sería contar dentro de algunos meses que ese reconocimiento mundial, por fin, se ha venido para la España moderna.