la palabra se hizo ruido, aspaviento.
Mientras un piano negro entonaba el himno,eco, de unos viejos tiempos de cristal.Sin prejuicio voceaba un orador artificial,recordándome un añejo bodegón -cuadro en la pared-y dentro de él, una maceta de gloriosas almasmarchitas, y una codorniz atravesada por un punzónteñido de nuestro rojo;La tenue luz de la lámpara lagrimal, nos llueve,acallando nuestras voces ante la inmovilidad de un tiempo,que ya dejó de ser nuestro.Texto: Ramón María VadilloRevista Cultura y Ocio
Un público marmóreo rompió el silencio,