Georges
Lemaître, “padre” del Big Bang –
o el origen del Universo por la explosión de una partícula minúscula -, era la
prueba viviente de que la fe cristiana no está reñida con la ciencia, y que la
ciencia es totalmente compatible con la religión. El problema surge cuando
mezclamos las dos. Que se quiere explicar los fenómenos naturales desde la Biblia,
considerándola como un manual de ciencias, o explicar la existencia de Dios con
métodos de las ciencias naturales.
Para Lemaître la ciencia y la
religión son dos caminos diferentes y complementarios que convergen en la
verdad. "Yo me interesaba por la
verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la
certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y
decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en
la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión",
dijo en una entrevista con el New York Times.
Tengo en mis manos el último
número de la revista de la Universidad de Navarra NUESTRO TIEMPO, en la que el profesor Eduardo Riaza,
autor de la biografía de Lemaître, “La
Historia del Comienzo”, habla de esta historia que tiene un principio
pero que, de momento, parece interminable. Y también habla de cómo compaginaba
Lemaître su sacerdocio católico con la astrofísica. Según decía, soñaba desde
pequeño con ser científico y sacerdote, porque se “interesaba tanto por la verdad desde el punto de vista de la certeza
científica como por la verdad desde el punto de vista de la salvación.” Y que
por eso consideraba que “el científico
cristiano va hacia delante libremente, con la seguridad de que su investigación
no puede entrar en conflicto con la fe”. Se mostraba contrario a la idea de
“reducir a Dios a una hipótesis
científica”.
También cuenta Riaza que cuando
Lemaître llegó a Cambridge se reforzó su
convencimiento de que “el científico debe
mantenerse a igual distancia de dos actitudes extremas. Una, que le haría
considerar los dos aspectos de su vida como dos compartimentos cuidadosamente
aislados de donde sacaría, según las circunstancias, su ciencia o su fe. La otra,
que le llevaría a mezclar y confundir inconsiderada ye irreverentemente lo que
debe permanecer separado.”
Dice Riaza que la autonomía de la
ciencia con respecto a la fe quedó probada cuando Lemaître escribió que “desde el punto de vista físico, todo
sucedía como si el cero teórico fuera realmente un comienzo; saber si era
verdaderamente un comienzo o más bien una creación, algo que empieza a partir
de la nada, es una cuestión filosófica que no la pueden resolver
consideraciones físicas o astronómicas.”
Revista Ciencia
Un sacerdote católico y astrofísico llamado Georges Lemaître y también padre del Big Bang
Por Rene Aga @RAVAZESus últimos artículos
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