Ya pensaba
que no volvería a estar frente a un montón de libros eligiendo los que quisiera
y llevándomelos a casa gratuitamente. Pues ayer me volvió a pasar. Estaban
junto a la boca de metro, en unas bolsas en el suelo. Mientras rebuscaba a ver
que había, una mujer se me unió a la causa.
No es que
hubiese libros nuevos, como era de prever, pero me hice con algunos de ellos
que me parecía, no se merecían estar tirados en la arena.
Recogí,
deprisa y corriendo, algunos sobre arte, otro de Quevedo, una edición de Madame
Bovary, otro de los diálogos de Platón y un par de un estudio sobre el Quijote.
Estos
formarán parte de mi biblioteca particular y en todo caso si no me gustan
siempre puedo regalarlos.
Además
entre sus páginas y a modo de marca páginas, he encontrado un plano antiguo del
metro de Madrid, muy curioso; un ticket de metro de hace mil años y una
felicitación de navidad del sereno de la calle. No me digáis que no son
tesoritos…
No es la primera vez que me ocurre algo así. En mi primer viaje a Barcelona, también nos encontramos, junto a unos contenedores, una maleta llena de libros. De ellos conseguí mi ejemplar de "El diario de Briget Jones" y algunos títulos más.
¿Qué os parece que algunas personas dejen los libros que ya no les interesan en algún rincón como estos?
