Revista Cultura y Ocio

Un viernes, un sábado y un domingo

Publicado el 05 julio 2016 por Molinos @molinos1282
Un viernes, un sábado y un domingo"Escribir es seleccionar. Para empezar un escrito tienes que elegir una palabra y sólo una de entre un millón. Ahora sigue. ¿Cuál será tu siguiente palabra? Tu siguiente frase, párrafo, sección, capítulo. Tu siguiente hecho. Tú seleccionas lo que va y lo que se queda fuera".  (Anotación aparecida en mi cuaderno de procedencia desconocida)
Viernes. 
125 kilómetros con solo unas gotas de atasco en los túneles. Mi piscina favorita un año después. Es de agua salada y en ella entro en trance, a partir del tercer largo no sé si voy o vengo. Me pico un poco con el nadador de la calle de al lado que lleva un neopreno. Me destrozo los hombros nadando medio km con palas duras. ¿Será nadando con palas como Charlize Theron ha desarrollado esas espaldas? 
Salgo de nadar despeinada por dentro y por fuera y siendo la mejor versión de mí misma. ¿Quién decía el otro día que a Charlize le "sobraban" dos cm? A Charlize no le sobra nada. 
Una maleta para 3 meses. La historia de mi vida cuelga de las perchas: el vestido que me compré por 6 euros en un Carrefour hace 15 años, las dos faldas hippies que cada vez que me pongo me provocan borrachera, los pantalones cortos que me empeño en mantener a pesar de que tengo que sujetármelos con la mano porque se me caen... quizás debería ir a las rebajas. Quizá pero, ¿para qué? Guardo ropa pensando "esto para un día especial" y al final de temporada descubro que ningún día me ha parecido lo suficientemente especial como para ponerme ese vestido o camiseta y que el día más especial del verano me pilló con una camiseta guarrera y un bikini con gomas desgastadas. 
Me acuesto con la ventana abierta de par en par... huele a verano de taparme con la sábana. 
Sábado
Intento escribir en pijama en mi cuarto. Lo consigo a duras penas, probablemente porque no consigo concentrarme y porque hay 4 personas entrando y saliendo de mi habitación. Desisto y me voy a tomar el aperitivo con un casualidad cósmica que conocí por twitter y que después de 2 tortillas de patata, 15 croquetas, unos cuantos vermús, tintos de verano y un polo de poleo menta descubro que es casi un error de matrix porque a pesar de ser solo conocidas virtuales... resulta que conoce a todo mi entorno. 
Pasan trenes. 
Apenas conozco media docena de canciones pero me flipan. Ellos no son ni simpáticos ni empáticos. Por no ser, ni siquiera parecen de la misma banda: tocan sin mirarse, sin dirigirse la palabra, como si cada uno de ellos estuviera metido en una burbuja que los aislara de lo demás... pero me encanta el concierto. 
Soy la chica de amarillo en el concierto de Wilco.
Me acuesto con la ventana abierta... huele a verano de noches con calma. 
Domingo. 
Me despierto con un resto de algo incómodo pegado al sueño. Sin moverme intento pensar qué es. Flashes de una pesadilla con un hombre de rojo. Un sueño de esos de los que no consigo librarme, imágenes que se quedan atrapadas en mi memoria y saben amargas. 
Desayuno para olvidar. Pinto una valla para camuflarme. Es un trabajo manual en el que puedo parapetarme y que me permite pensar a la vez. 
Leo. 
"Sea como fuere, pocas veces conseguimos alcanzar tanta sabiduría. Pocas veces conseguimos mirar nuestra obra con verdadero amor. El amor verdadero por nuestra obra conserva siempre un ojo irónico y divertido; así como en nuestra vida toda pasión amorosa es imperfecta si no la ilumina una mirada divertida, aguda y penetrante del conocimiento". (Natalia Ginzburg)

Me baño. Bajo a la compra y el súper está cerrado. Siesteo, aunque sé que me sentará mal...
Por la ventana abierta de par en par... sale volando mi inspiración. 

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