Revista Cine

Un "Weekend" elevado al cubo en nuestras salas

Publicado el 19 julio 2013 por Fimin

19 de Julio del 2013 | etiquetas: Estrenos Semanales

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Para el día de San Valentín nada mejor que el ramo de flores en el que no queda ni un pétalo pero sí todas las espinas. La historia de una pareja (de hombres, sí) en guerra durante diez años contra el incansable Desamor. Sin artificios, sin subrayados melódicos, sin grandes momentos de esplendor, la película es un ejercicio naturalista, doloroso y magistral del tercer acto de dos treintañeros que bien podría ser vista como el reverso natural de "Weekend". Una habla de la fugacidad, otra de la resistencia. Dos crónicas del naufragio de nuestro tiempo, dos películas necesarias que devuelven al cine su condición de guía. Tras su arrollador paso por el Atlántida, Karma estrena hoy en nuestras salas "Keep the lights on". Amor devoto.

¿De qué va?

Una historia autobiográfica inspirada en la apasionada relación durante diez años entre dos hombres que es conducida ​​por la adicción y los secretos, pero siempre unida por el amor y la esperanza. Erik, director de documentales independientes cuya última película presenta en Rotterdam y con la que logra el premio Teddy. Paul, abogado de éxito adicto al crack. Aquí nace, no solo el amor, si no una apasionante relación humana.

¿Quién está detrás?

El realizador estadounidense Ira Sachs rueda su obra cumbre.

¿Quién sale?

Nuestro amado Thure Lindhardt y Zachary Booth. Dos actores en incontestable estado de gracia. Emoción a flor de piel.

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¿Qué es?

"Weekend" elevado al cubo

¿Qué ofrece?

Si "Weekend" nos dejaba absortos de emoción, "Keep the Lights On" lo eleva al cubo. El amor no dure más de un fin de semana en una, 10 años en la otra. De la emotiva fugacidad de Andrew Haigh, a la estoica resitencia de Ira Sachs. Ambos unidos por la abrumadora naturalidad de sus protagonistas, por la incontestable capacidad de trasladarnos una relación rebosante de espontaneidad y trasladable, en casi todo momento, a cualquiera de las historias amorosas que muchos de nosotros hayamos podido tener cualquiera que sea nuestra condición sexual.

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Y por si fuera poco, la historia también se repite en el aspecto formal. Tanto en una como en otra acabamos empapados por su envolvente banda sonora (impregnadas de beats electrónicos e indie melódico) y su absorbente fotografía (potenciada por un vigoroso uso de la luz), vehículos, todos ellos, que suman para desmebocar en una de las grandes virtudes de ambas propuestas: la loable amnistía moral que supone no juzgar a sus protagonistas, con la pequeña (gran) diferencia que la carga drámatica del film de Ira Sachs es mucho mayor que la de Andrew Haigh. Contencisoso con las drogas, procesos de rehabilitación, infidelidades varias...ninguna de las viciadas decisiones que Erik y Paul toman se proyectan de forma trascendente. Simplemente se limita a presentar los eventos desde una perspectiva emocionalmente muy generosa, haciendo hincapié en que debemos recordar nuestros momentos débiles con el mismo amor y aceptación que recordamos los mejores. ¿Conclusión? la esperada: aquí no hay melodrama, simplemente una conmovedora y absolutamente apasionante historia sobre dos hombres enamorados. Pura emoción.

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