Revista Cultura y Ocio
Es diferente a los demás y se enorgullece de ello. No le molesta llamar la atención con su casco con linterna, su bicicleta plegable fucsia y sus medias a juego subiendo la cuesta hacia la estación para tomar el tren a la sierra, donde trabaja dando clases de francés en un colegio privado. Viste de colores alegres y llamativos para dar confianza a los niños así que su mote no podía ser otro que "Agata Ruiz de la Prada"
En realidad es belga, por eso continúa utilizando su bici en una ciudad complicada para ello no solo por el tráfico si no porque su perfil nada tiene que ver con el de las ciudades llanas de aquel país. Pero como buena gantesa, rebelde y tozuda, se resiste a abandonar su medio de transporte favorito aunque solo sea para una pequeña parte del trayecto.
A su país lo abandonó por amor, ¿por qué si no? Se enamoró de un madrileño moreno de ojos claros que la engatusó en una plaza de Gante después de tomar varias lambic de frambuesa mientras la ciudad bullía de gente y artistas en la gran feria de Julio.
Si Juana perdió la cabeza por su paisano el hermoso siglos más tarde era ella la que la perdería por éste español.
Después de varios meses de mesenger, llamadas por teléfono y alguna que otra escapada a un punto intermedio, decidió coger su bici y venirse definitivamente pa'Madrid.
Diez años desde entonces y el príncipe no se ha convertido en rana.