Revista Opinión

Una carga insoportable

Publicado el 11 julio 2013 por Franky
En esta crisis terrible, la clase media es la que más está sufriendo las nefastas consecuencias, devorada por una pléyade de depredadores, entre los ajustes y los embates del relativismo imperante; la sufrida clase media soporta el peso de la carga impositiva ante la escasa contribución de los más acaudalados; los impuestos deben ser justos y congruentes, sufragados equitativamente por todos los ciudadanos en función de sus haberes y utilizados debidamente por el Gobierno; es este el estamento que provee al Estado y propicia los servicios primarios, el bienestar individual y el progreso colectivo; de sus esfuerzos impositivos mana el caudal presupuestario, impulsor de la nación, que hoy se entumece maltrecha y desfallecida.

Donde hay dinero suele producirse corrupción, como sucede en la financiación de los partidos, las concejalías de urbanismo o las empresas públicas. El derroche más la corrupción han agotado el erario público y generado una deuda abrumadora que lastra las posibilidades de avance y recuperación; las ideologías, que podrían reconducir esta ruina desastrosa, han perdido los principios y vacías de sus valores se han convertido en sacristías de poder y concejos de propaganda, destinados a poner el gobierno en manos de los partidos, mientras por diferentes vericuetos van esquilmando la cartera de las clases medias; en su empeño por perpetuarse y enriquecerse, han tirado a la cuneta la perseverancia, el acceso a la excelencia y el espíritu de servicio tan necesario, para laborar por el bien común; así mismo, han desechado la rectitud y la honestidad, sustituidas por los trinques y los atajos o el calorcito de las subvenciones. Y, en medio, las Autonomías han llegado a ser una pesadumbre y un escándalo para esta sociedad.

Las CAA son una carga insoportable. Es vital el imprescindible bisturí para sajar y cortar lo necesario o seguirán los mangoneos y los saqueos de millones sin devolver, sin dimisiones y sin cárceles. Como reclama a gritos la ciudadanía, este mastodóntico sistema territorial y político exige ordenación y una merma urgentes, al haberse convertido en inviable e inútil económica y políticamente; son muchas las instituciones que quedan al margen de los controles administrativos, a consecuencia del sistema clientelar; en ellas, han ido colocando a pupilos y amigue tés sin tener que superar un proceso selectivo nada riguroso y sin la suficiente capacidad técnica. La reforma de las Administraciones Públicas Españolas supone un problema de enormes dimensiones por su distribución y opacidad, a la hora de ordenar esa descomunal urdimbre, que absorbe esa enormidad de recursos públicos; se cuentan más de 21.000 entes públicos y consorcios de utilidad imprecisa; corporaciones, obras faraónicas y entidades desmesuradas, destinadas a colocar adeptos, que iluminen la gloria de los virreyes de taifas; a mayor gasto más poder y mejores oportunidades para los saqueadores de lo público, porque es clara la vinculación entre el auge de la corrupción política y el incremento desmedido de los presupuestos territoriales, unido a la multiplicación de organismos para dilapidar a manos llenas en secesiones, ITV y Palaus, en Gürtel, Nóos y los Messis y en festejos electorales, EREs y fundaciones sin ánimo de lucro. Todo esto es un peso realmente insostenible. Se han de suprimir los órganos triplicados y establecer reducción de sueldos y recortes de gasto para mejor aprovechar los recursos, ya escasos.

Ahora bien, resulta que el Estado tiene pocas herramientas jurídicas para poner orden en el sector autonómico y local, dada la fortaleza estatutaria con que se blindan, además de la osadía de saltarse, a su gusto, las leyes y las sentencias que a todos obligan y se resisten a cumplir; lo que al Gobierno le queda es la ley y, en su caso, el palo, cortar el flujo dinerario o ir directamente a la intervención. Con los señoríos y estos feudos, nuestra economía se hunde; suponen el saqueo de esta España que agoniza ayuna de metálico y de crédito. Es necesaria su disminución y la retracción de competencias; hay que cumplir lo prometido y a quien se niegue, ni un duro del fondo común y la ley.

C. Mudarra

Volver a la Portada de Logo Paperblog