Dentro de unos días cumplo 37 años. Es emocionante, pero también intimida. Emocionante porque cada día que pasa siento más fuerza que procede de desarrollar mi yo interior. Intimida porque una parte de hacerse mayor significa dejar ir. Dejar ir mi juventud, dejar ir hábitos viejos que ya no me sirven, pero que puede que todavía me reconforten de algún modo. Incluso dejar ir a personas o modelos de relaciones.
Acercarme a un acontecimiento como cumplir un año más me ha hecho pararme y pensar en cómo quiero verme dentro de unos años, y también en lo que he aprendido hasta llegar al lugar en el que me encuentro hoy.
Gracias al trabajo que realizo, tengo contacto directo con muchísimas personas que comparten conmigo sus intenciones y sus dificultades. Muchas de sus historias, nuestras historias, son verdaderamente inspiradoras. Pero también me conmueve la gran presión, las expectativas, la confusión y la ansiedad que experimentan, que todos hemos experimentado.
Lo comprendo perfectamente. Yo también estuve ahí. Con veinte años creía que tenía que tener un plan para mi vida entera, que todo tenía que seguir una estructura muy delimitada que había sido elegida años atrás. Y me presionaba tanto. Fui capaz de crear resultados externos admirables, pero me costó. Me costó mucha alegría, paz, juegos y experiencias.
He reflexionado mucho sobre esa década, la de mis veintitantos, una década aparentemente tranquila y calmada, pero que gracias a las exigencias, tanto externas como internas, y a intentar cumplir con las expectativas, fue complicada. Mientras echo la vista atrás con gratitud, compasión y emoción, hay muchas cosas que quiero decirle a mi yo de veintitantos. Por eso, le he escrito una carta.
Si le escribieras a tu “yo” del pasado, ¿qué le dirías?
Querida yo de ventitantos
No seas tan dura contigo misma. Sé más amable. Cuando hables contigo misma, hazlo con más cariño. Hazlo de forma más alentadora. Ahora mismo no te das cuenta, pero tu diálogo interior es la voz más poderosa e influyente que vayas a escuchar jamás. Bájale el volumen a tu crítico interior para que la voz de tu conocimiento interior se escuche más alta.
Sonríe cuando de verdad te apetezca, no por agradar a los demás. Ríete. A carcajadas. No tienes por qué ser tan correcta y hacer lo que se espera de ti.
Lo estás haciendo lo mejor que puedes. Estar buscando siempre formas de ser más, mejor o destacar NO es la fórmula del éxito ni de la felicidad.
Crees que eso te motiva para conseguir resultados, pero te está agotando.
Busca, explora y experimenta todo aquello que te inspira. Déjate guiar por tu curiosidad. Relájate, juega, viaja y di que sí a la aventura.
Pregunta. No pienses que tienes que conocer todas las respuestas.
¿Sabes ese tío que te obsesiona y no te hace caso? Dentro de cinco años ni te acordarás de su nombre.
No esperes a que desaparezca el miedo antes de perseguir algo que quieres de verdad. Es natural tener miedo. Cada vez que sientas miedo y te enfrentes a él, te estarás volviendo más valiente.
Deja de compararte con los demás. Te está poniendo una venda en los ojos que evita que veas y descubras tus propios talentos, únicos y maravillosos, y todo lo que llevas dentro para expresar al mundo. ¿Sabes qué? Las cualidades que admiras en otros son las cualidades que necesitas reconocer y alimentar en tu interior.
Tus padres también son personas. Personas humanas con problemas y con sus propias cargas. Se están acostumbrando a tener una hija adulta de la misma manera que tú te estás acostumbrando a ser una adulta.
Te han roto el corazón. Lo superarás. Sé que ahora duele. Llora todo lo que tengas que llorar, sácalo fuera, y luego déjalo ir. Aprende las lecciones y sigue adelante. Volverás a amar y te amarán.
Jamás te vas a sentir preparada. Pero estás más preparada de lo que alcanzas a ver, de lo contrario la oportunidad no se hubiera presentado. Confía. Da un salto al vacío, incluso si no sabes dónde vas a aterrizar. Cuanto más te arriesgues más valor y confianza vas a desarrollar en ti misma. No pasa nada si no estás segura al 100%, con que lo estés al 51% tienes lo suficiente para dar ese salto.
No puedes controlar la vida. Hay cosas que no podemos controlar que dolerán o serán increíbles, pero no son más que acontecimientos. La vida en acción. Asume la responsabilidad de tu tranquilidad y de tu felicidad y no tomes ninguna decisión en base a tu reacción al pasado.
Disfruta de tu cuerpo, deja de obsesionarte con él. Deja de intentar calzarlo en esa imagen perfecta de cómo piensas que debería ser. Tu cuerpo no es menos perfecto porque a otras personas les gusten otros cuerpos. Un día mirarás hacia atrás y te darás cuenta de tu belleza. Eres preciosa. Hazte muchas fotos. Ponte pantalones cortos y bikinis más a menudo.
“No” es una oración completa. No tienes por qué justificarte ni pedir disculpas.
Las decisiones que has tomado y estás tomando no son para siempre. Sé que sientes mucha presión para comprenderlo y resolverlo todo ya, y todo parece una gran decisión, una decisión definitiva. Tranquila. No lo es. Elige lo que te haga sentir mejor AHORA y confía en que aprenderás algo de cada una de tus elecciones.
No hay arrepentimientos, sólo lecciones. Todas las cosas y personas que vas a experimentar – buenas, malas, justas, injustas, banales, profundas – serán tus maestros. Utiliza estas lecciones para crecer y convertirte en una mejor versión de ti misma.
Encontrarás tu pasión. Tu propósito. Todas las cosas por las que estás pasando en estos momentos son piezas de tu puzzle. Sólo porque todavía no sabes cómo será ese puzzle cuando las piezas vayan encajando, no significa que no se esté montando.
A veces, descubrir lo que quieres es un proceso de eliminación. Permítete experimentar y probar cosas diferentes. No pasa nada si cambias de idea, no por ello eres una cabeza loca que no se centra. De hecho, la única forma que tienes de saber si algo te gusta o encaja contigo es probar a hacerlo.
Cuida de tus amistades. Encuentra amigos que van a crecer y desarrollarse contigo y deja ir a aquellas amistades que ya han pasado su fecha de caducidad.
Cuando dejas ir lo que ya no funciona, haces sitio para lo que sí funciona. Cuanto antes puedas dejar ir lo que ya no te sirve, más feliz serás.
Tu felicidad no es un destino o un lugar al que tienes que llegar. Es una elección que tomas en cada momento.
Haz una lista de todas las cosas que agradeces cada día. La gratitud es la brújula para tu actitud. Cuando te estás lamentando o te sientes ahogada por la autocompasión, saca una libreta y haz una lista de las cosas por las que estás agradecida en la vida. Hay muchas. Te prometo que te cambiará la perspectiva.
Lo que piensen los demás de ti no es tu problema. La gente siempre te va a juzgar. ¿Y qué más da? Es imposible hacer felices a todos o gustar a todo el mundo. Sé tú misma. Tu yo de verdad, no la versión que piensas que tienes que ser para otros.
Eres suficiente. Y eres perfecta tal y como eres.
Pide ayuda y apoyo. No tienes por qué comprender y resolverlo todo tu sola. Tampoco tienes por qué tenerlo todo resuelto ahora. Está bien no saber el cómo, el qué, el cuándo, el dónde y el por qué.
Disfruta de la desconexión. ¿Twitter qué? ¿Whatsapp quién? ¿Facebook cómo? Todavía no existe nada de esto, así que disfrútalo, porque dentro de nada la gente empezará a montar pollos si no contestas a los whatsapps en el momento. La era digital está muy bien, pero nos va a costar soltar nuestros dispositivos y desconectar para volver a conectar.
Acepta los cumplidos. No te hagas de menos ni te quites importancia cuando te dicen algo bonito.
Lo estás haciendo lo mejor que puedes. Igual que todos los demás.
DISFRUTA del momento. Tu mente siempre está en el futuro. Deja de vivir en ese lugar de “cuando…, entonces…”. Vive el momento y pásatelo bien. Tienes permiso para ser un poco egoísta y centrarte en lo que te hace FELIZ.
Perdona. Perdónate a ti y a otros.
No estás sola. Hay tantas personas que sienten lo mismo que tú. Acepta tu vulnerabilidad.
El rechazo es una protección. No siempre conseguirás lo que quieres, pero siempre recibes lo que necesitas, aunque quizás no en la forma o en el momento que esperabas.
Cada paso que das te mueve hacia adelante. Incluso cuando sientes que estás retrocediendo.
Respira. Ve más despacio. Tómate tu tiempo. Atrévete a soñar. Puedes ser lo que te propongas en esta vida. Harás tus sueños realidad, los sueños que todavía no sabes que existen. Y te encontrarás con preciosas sorpresas en el camino. La vida es preciosa.
Eres dueña de todo lo que te ocurre. Lo que te está pasando se convertirá en parte de la historia de tu vida, y un día ayudará a muchas personas. Nada te ocurre a ti, todo ocurre para ti.
No olvides que me importas. Me importas porque sólo hay una como tú. Me importas porque eres parte de algo más grande, algo que todavía no has empezado a comprender. Me importas porque estás hecha de las mismas partículas de las que está hecho todo lo demás en este universo, por lo tanto, estás conectada a todo. Me importas porque eres amor.
Te quiero.
Tu yo de treinta y tantos,
Edurne
PD. Gracias. El 7 de noviembre de 2016 festejarás tu 37 cumpleaños. Será un momento de contemplación y de celebración. Mi querida yo de veintitantos, habrás vivido todos esos años para traerme hasta aquí. Verás que tienes sabiduría, valor, fuerza, humor, defectos, fracasos, pérdidas, éxito, y sobre todo, amor. Cuando llegues hasta aquí, verás que la vida no se para, ya no hay un ahí. Todo está aquí.
Gracias, porque ahora mismo, tienes todo lo que necesitas.