Pero antes quiero provechar esta introducción para responder a comentarios y preguntas que se me han hecho sobre si el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tendrá la osadía de nacionalizar al comercio exterior, en línea con lo que propusiera en mi nota anterior. Creo que no hay una predisposición hacia ello porque se perdió la oportunidad, en la época de las "vacas gordas", para derogar la Ley de Entidades Financieras de Videla-Martínez de Hoz y la reaccionaria y antipatriótica Ley de Inversiones Extranjeras de Menem-Cavallo (1993) por la cual se autoriza la irrestricta remesa de utilidades de las empresas extranjeras y la repatriación sin compensación de la inversión original. Siguen también en pie los infaustos Acuerdos Bilaterales de Inversión y el papel no menos nefasto del CIADI para dirimir las controversias entre las transnacionales y el Estado. O sea que no hay muchas razones para esperar un cambio en la coyuntura actual y se tiene la impresión que el kirchnerismo ha tropezado con sus límites. Pero, hay que tener en cuenta dos factores intervinientes que podrían impulsar una tan involuntaria (para el gobierno) como intempestiva "salida por izquierda": (a) el ritmo de la crisis se está acelerando, lo que hará que aunque sea para asegurar su propia supervivencia el gobierno no tenga más remedio que aplicar políticas radicales de control de los grandes oligopolios que hasta el día de hoy manejan a su antojo el comercio exterior argentino. En este caso el egoísmo y el cortoplacismo políticos podrían impulsar a un gobierno remiso a encarar medidas de fondo en el momento actual -un gobierno que transmite la sensación de haberse resignado a quedar sometido al poder de las transnacionales- a hacer algo que no estaba en sus planes so pena de ser devorado por la crisis, corriendo la misma suerte de gobiernos precedentes. Pero esto dependerá en buena medida de que ...
b) el gobierno abandone la creencia de que la crisis se soluciona "enviando señales positivas a los mercados".
- Primero, porque los mercados son instituciones que tienen actores dominantes y otros subordinados. "Señales positivas" para quienes controlan los mercados, y sobre todo el comercio exterior, serían por ejemplo eliminar de raíz cualquier intervención del Estado en la fijación del tipo de cambio con lo cual la pugna entre las fracciones dominantes del capital sería la que resolvería si el dólar debería valer 8 pesos, 12, 15 o 20, abriendo la puerta a una maxidevaluación que si el gobierno no puede controlar podría desembocar en un nuevo "Rodrigazo" (¡devaluación del 160 % del peso en Junio de 1975!) como el que desquició a la economía y preparó el terreno para el golpe cívico-militar del 24 de Marzo de 1976. Moraleja: cuánto más se permita a los leones cebarse con víctimas humanas más sanguinarios habrán de ser.
- Segundo, abandonar también la creencia de que la crisis se soluciona "restaurando la confianza de los mercados". Craso error: la única manera de solucionar la crisis es construir una relación de fuerzas que permita "poner en caja" a la insaciable voracidad de los capitalistas. Está en el ADN de los mercados su condición de perpetua inestabilidad y crispación. O el Estado los domina, a partir de una favorable correlación de fuerzas, o los mercados terminan dominando a aquél, y allí se acabó la democracia.
Leamos a continuación la nota de Enrique Martínez.(click a art. completo)
Destacados de la nota:
apenas 100 empresas exportan el 80% de los bienes que enviamos a otros países. Con todos esos problemas pendientes – algunos estructurales y otros de gestión -, insisto, el saldo entre exportaciones e importaciones es positivo en alrededor de 10.000 Millones de dólares anuales.
El problema es que esa suma no alcanza para pagar la amortización de la deuda externa heredada y girar las utilidades de empresas extranjeras, que en este último caso, pasaron de 300 Millones de dólares en 2003 a 9000 Millones en 2013, debido a la enorme expansión del consumo interno. Para no pasar sobresaltos debemos contar con los siguientes elementos:
1 – Más gasto aquí de turistas extranjeros que de compatriotas en el exterior.
2 – Inversiones externas relevantes.
3 – Muy baja o nula tendencia de compatriotas a atesorar en divisas.
La combinación de esos tres elementos debe cubrir el rojo arriba señalado o pasamos a perder reservas acumuladas y/o tenemos que buscar préstamos externos nuevos.
(...)
Desde entonces hasta aquí las utilidades de empresas extranjeras se hicieron más y más importantes; los déficit automotriz, electrónico y energético achicaron el saldo comercial en más de 5000 Millones de dólares; el clima político reavivó la memoria de atesoramiento en divisas de una manera muy importante y comenzó la caída de reservas.
Apareció el dólar paralelo, que se llevó fuerte proporción de los gastos de extranjeros en el país; comenzaron los controles sobre importaciones y particulares y llegamos a la situación actual, con luces amarillas sobre nuestra capacidad de atender las futuras obligaciones externas y mantener la dinámica de crecimiento.
El instrumento de la Devaluación
efectivamente, la devaluación ha sido y es un instrumento utilizado legítimamente como forma de preservar y potenciar el trabajo local en los países más industrializados, dentro de ciertos límites.
En países como los nuestros, sin embargo, la situación es distinta. El grueso de las exportaciones no modifica su volumen cuando se devalúa. La soja, el oro, el mineral de cobre o el petróleo que se producen y exportan dependen mucho más de otros factores que de la paridad cambiaria.Tampoco es determinante para producir acero o aluminio, cuyas capacidades instaladas determinan con bastante rigidez los niveles de producción. En todos esos ámbitos, simplemente, la devaluación implica una transferencia de ingresos a favor de los exportadores y algunos de sus proveedores, que aumentan sus ganancias por recibir más pesos por dólar y gastar menos dólares al pagar salarios o servicios locales.
Comparado con el escenario inglés recién mencionado, una devaluación favorece las exportaciones industriales puras, que representan un 25% del total y facilita la sustitución de importaciones por productos nacionales en aproximadamente un 15% del total, que son los textiles, calzado, juguetes, bienes de consumo similares, además de algunas motocicletas, heladeras y bienes durables de similar complejidad. El grueso de las demás importaciones no tienen sustitución rápida posible o – lo cual es estructuralmente muy grave – son bienes cuya importación depende de decisiones de multinacionales, que no se guían solo por el costo, sino que favorecen sus propias cadenas de proveedores.
Agregado a eso, está el inconciente /conciente colectivo sobre la paridad cambiaria. Las devaluaciones inglesas no provocaban corridas masivas hacia los dólares. Aquí si.
Las devaluaciones inglesas no provocaban remarcaciones masivas de los bienes nacionales. Aquí si.
El análisis de los últimos 40 años de la economía argentina muestra que el principal efecto de cada devaluación ha sido una caída de la participación de los trabajadores en el ingreso, además de una reducción concreta del salario real.
¿Por qué devaluar hoy y aquí?
Es necesario tener claro si la devaluación fue deliberada o se debió a un “golpe de mercado”, como se marca insistentemente a partir de la maniquea maniobra de Shell, que considero por todos conocida.
El sistema vigente en Argentina para el mercado cambiario es el de flotación administrada. Se establecen los destinos posibles de la divisa y los bancos venden solo para eso, con el Banco Central como proveedor de última instancia, con mucha mayor espalda que cualquier banco y por lo tanto con capacidad de fijar la paridad día por día.
Así funciona desde 2003. Sin embargo, los dos últimos días antes del salto de paridad, el BCRA decidió retirarse como proveedor. O sea la compra venta podía ser la fijada entre las partes.
Shell hizo una maniobra alcista, pero como cantando falta envido con 26, porque el BCRA estaba fuera del mercado y esta fue la razón del salto de paridad y no otra. Es decir: Hubo y hay fuertes grupos interesados en la devaluación, pero el BCRA allanó totalmente el camino para ello. Fue una decisión oficial.
¿Por qué? Aparentemente – es mi hipótesis – porque se tomó la decisión de considerar como problema central al dólar paralelo y en consecuencia desinflarlo a través de aumentar la paridad oficial y aumentar el acceso de particulares al atesoramiento en divisas, son dos primeras medidas que se consideran potables.
Esta es justamente la decisión que considero que elude el análisis estructural. Puede haber pérdida de competitividad por la diferente velocidad de cambio de la paridad cambiaria de los últimos años respecto de los aumentos salariales y la tasa general de inflación. Puede ser.
Pero corregir esa disparidad con un mecanismo con muy mala memoria nacional y que además beneficia de manera clara solo a una fracción menor de las exportaciones o abre la puerta a una sustitución aún más pequeña de las importaciones, además de perjudicar el bolsillo de todos los trabajadores, implica olvidarse de:
. El peso del giro de utilidades de las corporaciones multinacionales, que ya equivalen a todo nuestro saldo comercial.
. La dependencia comercial respecto de un pequeño grupo de exportadores de nuestras riquezas más relevantes.
. Una cadena automotriz que depende un pequeño grupo de trasnacionales con sede central en Brasil, que no tiene programas de integración nacional de partes.
. Un enclave ensamblador de productos electrónicos que ya tiene un peso de casi 4000 Millones de dólares en nuestras importaciones.
. La falta de agresivos programas de generación de energía a partir de recursos renovables, para reducir y hasta eliminar las importaciones de gas.
. Finalmente, la capacidad de las grandes corporaciones que atienden el consumo popular de apropiarse vía inflación de todo intento de mejora salarial a través de aumentos masivos, lo cual establece una dolorosa secuencia aumentos salariales /inflación/devaluación/inflación y así siguiendo.
Aclaración importante: Todo lo antedicho son las reflexiones de un militante del campo popular que cree una obligación explicitar su mirada. No busca comprometer al espacio político que me contiene ni abrir espacios para aventureros que maquillen el pasado y pretendan volver a él. Por el contrario, busco señalar que nosotros – los que adherimos a este intento desde 2003 – somos quienes debemos volver sobre nuestros errores y encontrar en camino correcto, porque realmente en nosotros está no solo la obligación sino también la oportunidad.Ingeniero EnriqueMartínezEx Presidente del INTI,
Instituto Nacional de Tecnología Industrial (2007-2011)
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