“No estoy enfermo, a mí no me duele nada”. “Entiendo que la insuficiencia renal debería hacerme cambiar el estilo de vida pero reconozco que inconscientemente me resisto a asumirlo: llevo 50 años de mi vida con unas costumbres establecidas que ahora son muy difíciles de modificar”.”Entiendo que debería adaptar mi dieta a mi nueva condición de enfermo renal pero me resulta muy complicado y caro comprar alimentos bajos en proteínas”. Son sólo algunas de las luchas que el enfermo renal plantea contra sí mismo o su entorno tras recibir un diagnóstico de insuficiencia renal crónica (IRC) y vienen a resumir bastante bien los principales retos a los que se enfrenta el enfermo en la fase inicial de la enfermedad.
Efectivamente el fallo renal crónico en su fase inicial es asintomático en la mayoría de los casos, lo que no contribuye a implicar al enfermo en tomar conciencia del inicio precoz del tratamiento y asumir ciertos ajustes en el estilo de vida que dependiendo de los casos pueden resultar más o menos revolucionarios y que en demasiados casos desembocan en falta de seguimiento con el consiguiente empeoramiento del pronóstico de evolución de la enfermedad. No ayuda tampoco que la media de edad de los diagnosticados sea en general alta, con ciclos vitales altamente automatizados y costumbres perjudiciales altamente enquistadas en su día a día. Esto puede hacer caer en la tentación a los profesionales que atienden a este tipo de enfermos a bajar la guardia en enfatizar la importancia de los cambios del estilo de vida en los mismos, centrando sus terapias en las puramente farmacológicas (prohibición de ciertos fármacos, ajustes de cifras de tensión arterial y glucemia, por ejemplo) cuando numerosos estudios han demostrado que por ejemplo, el hecho de llevar a cabo una dieta baja en proteínas es capaz de ralentizar la progresión hacia la diálisis o el trasplante en un alto porcentaje de estos enfermos, además de contribuir indirectamente al control de ciertos parámetros pronósticos como las mismas cifras de tensión arterial.
Por tanto son fundamentales el trabajo multidisciplinar en el control del enfermo renal, facilitar información a los enfermos para que se conviertan en aliados del control de su propia enfermedad, facilitar a los enfermos renales pautas sobre la necesidad del seguimiento de una dieta hipoproteica e hiposódica desde fases precoces y poner a su alcance una variedad razonable de alimentos bajos en proteínas a precios asequibles.
Con este objetivo han nacido en España jóvenes empresas que tratan de acercar este tipo de alimentos a las personas afectadas por Insuficiencia Renal. Desde productores hasta distribuidores y tiendas especializadas han prestado todo su esfuerzo e imaginación para que este tipo de productos puedan llegar a todos los enfermos renales del país. Una de ellas es la Alicantina Hipoproten. Utilizando preferentemente internet a través de su web (www.hipoproten.com) por ser según su dirección comercial “el canal a través del cual se puede llegar a un número mayor de enfermos” se dedican a la venta online de alimentos bajos en proteínas desde hace unos meses, contribuyendo a facilitar a los enfermos renales el cumplimiento de una dieta adecuada a su nueva realidad.
Fuente:El Blog de Hipoproten
Ana Hidalgo