Mens sana in corpore sano. Esta máxima es la que pueden plantearse incorporar las empresas para mejorar su productividad, partiendo de la consideración de que los efectos de una política de promoción de la salud en el trabajo redunda a medio y largo plazo en unos empleados sanos y, por tanto, más productivos. Según el estudio “Productividad y empresa saludable”, elaborado por el Centro Internacional de Investigación de Organizaciones (IRCO) del IESE Business School, las empresas españolas deben ser capaces de dar un salto cualitativo que sitúe la promoción de la salud de los empleados como línea de trabajo corporativa incluida en el plan estratégico. Para ello, deben tener en cuenta lo siguiente:
- Ser una empresa saludable no se limita, por ejemplo, a ofrecer a sus empleados un bono descuento para un gimnasio o una opción de almuerzo sano. Lo que realmente hacen las empresas saludables es promover el cambio de actitud de los empleados, motivándoles a mejorar su estado de salud y creando el entorno adecuado para que puedan conseguirlo.
- Para conseguir ese cambio de actitud, hay que diseñar estrategias transversales, en las que se impliquen diferentes departamentos de la empresa. La estrategia debe cubrir los ámbitos de sensibilización, información y propuestas concretas de acción.
- Las líneas de actuación que en la actualidad utilizan las empresas españolas que apuestan por mejorar la salud de sus empleados son muy variadas: prevención cardiovascular, prevención del cáncer, menús saludables, promoción del ejercicio, etc. Todas estas iniciativas pueden agruparse en tres pilares básicos: entrenamiento, nutrición y descanso. Estos son los pilares básicos de la salud, y la estrategia de las empresas debe contemplar diferentes iniciativas para reforzar cada uno de ellos de forma equilibrada.
- La relación entre empleados sanos y productividad queda reflejada en varios factores. Por una parte, se reduce de manera significativa el absentismo y mejora el clima laboral. Y, por otra, se desarrollan el compromiso, la fidelidad y la implicación de los empleados con los objetivos de la empresa.
- Para que los programas de salud funcionen verdaderamente deben incluirse en el plan estratégico de la empresa y dentro de una visión global que incluya políticas de conciliación, nutricionales, etc.
- La flexibilización y racionalización de los horarios y otras políticas de conciliación entre la vida personal y la profesional son imprescindibles para reforzar el eje del descanso.
- Las iniciativas dirigidas a reforzar el eje de la nutrición no se limitan a la posibilidad de disfrutar de un menú saludable. La información, en este caso, es muy importante para llegar a adquirir hábitos saludables. Por ello, es conveniente incluir, por ejemplo, pequeñas píldoras informativas en la formación ofrecida por la compañía, así como mensajes que recuerden a los empleados, por ejemplo, el beneficio de subir por las escaleras en lugar de usar el ascensor.
En definitiva, convertirse en una empresa saludable es una carrera de fondo donde la empresa debe diseñar una estrategia que ayude a sus empleados a concienciarse de lo importante que es mantenerse sano y a implantar prácticas saludables que, a medio y largo plazo, acaben redundando en una mayor productividad de los empleados y un mejor clima laboral.