Siempre es un placer volver al Priorat. Esta vez tocaba una escapada corta pero intensa, que nos ha hecho recordar muy buenas jornadas con mejores amigos y nos ha servido para pulsar el tono de un territorio que crece, y crece bien, si de lo que hablamos es de enoturismo.
La excusa era perfecta: entrevistar a Marta Domènech, directora del Hotel-Hostal Sport de Falset, que nos invitó a pasar una noche en su hotel. Una de las ventajas que para nosotros tiene el Priorat es que está apoco más de 250 km de Valencia (más cerca aún de Barcelona) y por la A-7 se llega en un plis.
El Hotel-Hostal Sport está situado en el centro de Falset , pueblecito tarraconense al que muchos llaman “la puerta del Priorat”. Historia, tradición y gastronomía son alicientes más que suficientes para visitarlo. Nosotros centramos nuestra visita el primer día en él, y decidimos no coger el coche.
Lo primero fue, antes de comer, visitar el Castell del Vi, una propuesta interesante para sumergirte en el mundo del vino y la cultura del Priorat y recavar las primeras pistas sobre lo que la comarca nos ofrece. Con una estructura didáctica y muy visual, el museo es una muy buena opción para ilustrar a los no iniciados y a los niños, que se lo suelen pasar pipa. A destacar: la zona de los aromas.
Para comer optamos por picar algo en el Calaix de Sastre, en la Plaça de la Quartera, donde degustamos blancos por copas y probamos buenos platos típicos de la zona. Personalmente me sorprendieron los blancos de Monsant y sus garnachas blancas. No dejéis de buscar el Bancal del Bosc de Garnatxa blanca de Vinyes Domènech.
Después de una buena siesta en el Hotel, dimos un paseo a la Vinatería Aguiló, a pocos metros del hotel. Local amplio e interesante donde comprar casi cualquier referencia de la zona y cargar un par de cajas para los amigos.
Para cenar, sin duda, una de las mejores opciones de Falset es el propio restaurante del Hotel-Hostal Sport, con una carta basada en platos tradicionales renovados y una bodega con más de 230 referencias con una impresionante presencia de vinos de DO’s catalanas. El servicio exquisito y la cena una delicia. Después de la cena merece la pena tomar una copa en los jardines, recientemente habilitados y perfectos para una charla tranquila en las noches de verano.
Descansados y renovados, al día siguiente nos esperaba una de las visitas más sorprendentes que hemos realizado en los últimos años. Recomendados por Marta, quedamos con Fernando Miró, alma máter del Molí de l’Oli en Cabacés. Cavaloca es la marca principal con la que Fernando comercializa su aceite. Oro líquido impresionante, elaborado con alma de vino y que transmite toda la pasión que Fernando y su familia han puesto en él. Nunca habíamos aprendido tanto en una sola visita y nunca 3 horas habían pasado tan rápido. Sólo podemos que recomendarla.
Después de tan gratas experiencias, sólo podemos constatar que el Priorat evoluciona, crece y apuesta, innova y propone y, gracias a las iniciativas de profesionales apasionados como Marta y Fernando, se convertirá seguro, y en muy poco tiempo, en un referente del enoturismo nacional. En un ejemplo de como hacer las cosas y promocionar un territorio, sus productos y sus gentes.