La película denuncia el genocidio cometido por el estado turco entre 1915 y 1923. Un país que reconoce que hubo masacre, pero negando el exterminio de un millón y medio de armenios cristianos que sufrieron todo tipo de vejaciones, planteado de manera sistemática por el partido nacionalista reformista turco, conocido como el Comité de Unión y Progreso y por el sobrenombre de Jóvenes Turcos.
El largometraje comienza con el magnicidio de uno de los líderes turcos Mehmet Talat a manos del armenio Soghomon Tehlirian que lo acusaba de haber liquidado a todos los habitantes de una aldea. Este hombre fue acusado, arrestado y absuelto por un juzgado alemán.
El argumento de esta historia gira en torno a un joven que, en la década de los 80, sufre de rebote un atentado por parte del Ejército Secreto de Liberación de Armenia que posteriormente tratará de comprender el porqué sus verdugos actuaron de ese modo.
Una historia de locos está hábilmente relatada por el cineasta francés Robert Guédiguian, recordado por películas maravillosas como El cumpleaños de Ariane y Las nieves del Kilimanjaro que vuelve a contar con su mujer Ariane Ascaride para la protagonista femenina. Este director explicó las claves de su cine, haciendo una crítica a las prácticas terroristas por parte de grupos de izquierda para lograr sus objetivos y estas fueron sus declaraciones a Fotogramas: “Siempre he sido un cineasta político, nunca subjetivo, a pesar de que, hoy en día, si tratas de transmitir un mensaje parece que ya no es arte. Pero pienso justo lo contrario: todos los artistas que me han conmovido trataban de transmitir algo, nadie recuerda a los que sólo seguían la moda. Y aquí lo único que digo es que tratar de relacionar los efectos con las causas es más interesante que condenar o escuchar a los que sólo condenan.”
Esta cinta propone un interesante ejercicio de estilo, pues relaciona a una víctima del terrorismo de los años 80 con la madre de un terrorista de una forma peculiar para que reflexionemos sobre la posibilidad del perdón. Por otra parte, es una crítica al sin sentido que tiene que los hijos de cristianos defiendan los ideales de sus padres desde la óptica de la revolución comunista, carente de referentes espirituales y morales, lo que puede resultar paradójico. El joven terrorista protagonista se planteará si ese era el modo adecuado de actuar o se dejó embaucar por esa ideología (publicado en Diario YA).