Revista Cultura y Ocio

Una historia mal contada

Publicado el 11 octubre 2012 por Dean

 

¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la descubrieron los vikingos? ¿Y antes que los vikingos? Los que allí vivían, ¿no existían?
Cuenta la historia oficial que unos hombres muy católicos buscaban una ruta hacia  las Indias y así fué como primero descubrieron las islas Canarias (¿No estaban acaso estas islas pobladas por el pueblo Guanche?) y después descubrieron a América (imagino  que los pobladores de América la tenían cubierta para que Colón la pudiera descubrir). 
Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vió, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Es que acaso los que allí vivían, ¿eran ciegos?
¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Será que los que allí vivían, ¿eran mudos?  Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba despoblada?
Como Colón no entendía lo que decían los habitantes de América, creyó que no sabían hablar. Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón. Y como estaba seguro de haber entrado al Oriente por la puerta de atrás, creyó que eran indios de la India. 
Los conquistadores exigían que América fuera lo que no era. No veían lo que veían, sino lo que querían ver: La fuente de la juventud, la ciudad del oro, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. 
Y retrataron a los americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente. Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombre y plumas de gallo, y supo que no lejos de allí los hombres y las mujeres tenían rabos. 
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho. En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos. 
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás, y según Pedro Martín de Anglería las mujeres se mutilaban un seno para el mejor disparo de sus flechas. 
Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, afirmó también que en el Nuevo Mundo había gente con rabos, como había contado Colón, y sus rabos eran tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros. El Código Negro prohibía la tortura de los esclavos en las colonias francesas. Pero no era por torturar, sino por educar, que los amos azotaban a sus negros y cuando huían les cortaban los tendones. 

Una historia mal contada

Túpac Amaru

Eran conmovedoras las leyes de Indias, que protegían a los indios en las colonias españolas. Pero más conmovedoras eran la picota y la horca clavadas en el centro de cada Plaza Mayor.  Muy convincente resultaba la lectura del Requerimiento, que en vísperas del asalto a cada aldea explicaba a los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a San Pedro y que San Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos. Pero este Requerimiento de obediencia se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de ningún indio, porque los indios dormían, a algunas leguas de distancia, y no tenían la menor idea de lo que se les venía encima.  Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza. Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?  En el año 1942, cuando Estados Unidos entró en la guerra mundial, la Cruz Roja de ese país decidió que la sangre negra no sería admitida en sus bancos de plasma. Así se evitaba que la mezcla de razas, prohibida en la cama, se hiciera por inyección. ¿Alguien ha visto, alguna vez, sangre negra? Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro. ¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de hoy, encuentros? ¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?  Los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para alimentar el desarrollo capitalista de Europa.  Y los llamaron idólatras, porque creían que la naturaleza es sagrada y que somos hermanos de todo lo que tiene piernas, patas, alas o raíces.  Y los llamaron salvajes. En eso, al menos, no se equivocaron. Tan brutos eran los indios que ignoraban que debían exigir visa, certificado de buena conducta y permiso de trabajo a Colón, Cabral, Cortés, Alvarado, Pizarro y los peregrinos del Mayflower. Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Chile, Salvador y Nicaragua están rindiendo tributo a sus antepasados, por esa afrenta que se ha repetido día tras días por el moderno saqueo de las compañías extranjeras. Estos países están gritando: “Latinoamérica nos pertenece y estamos aquí enfrentando al invasor hasta que la deuda haya sido saldada y los invasores recorran el camino de la vergüenza, nuestros hijos son dueños ahora de su destino”

Una historia mal contada
 


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Por  Justo Castro Martinez
publicado el 28 enero a las 03:32

esta si es la verdadera historia y te falto ablar mas de la religion que la mayoria de los mexicanos estan peleando por distintas religiones criticandose y atacandose unos contra otros y se les oldida que estas fueron aprendidas a la fuerza con sangre que de santo ay en eso