Jaume Collet-Serra (La casa de cera, La huérfana), director catalán afincado en EE.UU. vuelve a repetir por tercera vez (tras Sin identidad y Sin escalas) con su actor fetiche Liam Neeson (Batman Begins, Venganza, Love Actually) como protagonista indiscutible de este filme de acción que acaba convirtiéndose en una amalgama extraña de diferentes (y en la mayoría de los casos, mejores) películas, así como en una mezcla de géneros (pese a que predomina la acción) que no lleva a ningún sitio.
La idea de partida era interesante: un mafioso caído en desgracia se ha de enfrentar a sus antiguos compañeros para proteger a su familia, a quienes ha perdido a causa de su trabajo al margen de la ley. Aunque desde luego no novedosa, podría haber ofrecido un acertado entretenimiento de acción con un aceptable argumento. Sin embargo, tras la presentación de los personajes (algo confusa) y el detonante inicial (una muerte), la película va tornando en una sucesión de escenas un tanto inconexas, lo que provoca que se pierda esa sensación de persecución constante que empieza teniendo la película y que le habría venido muy bien para mantener el interés del espectador (algo más de guión, pese a que todos sabemos a lo que vamos, tampoco habría venido mal).
La fotografía y la banda sonora cumplen su función, es decir, que si bien en ningún momento destacan por su brillantez, tampoco desentonan con el tono del filme, siendo inapreciables en la mayor parte del metraje. Además, las escenas de acción están rodadas y montadas de manera adecuada para permitirnos apreciar los golpes y movimientos de los vehículos, si bien el filme tiene menos acción de la esperada (lo cual no quiere decir que no tenga, pero hay algunos momentos muertos bastante largos para una película de esta temática y características).
Aparte de ver a Neeson repartiendo golpes (lo cual ya le hemos visto bastante en los últimos años), uno de los aspectos más llamativos del filme (si bien, tampoco novedoso) son las transiciones entre escenas, con unas aproximaciones desde un plano general de la ciudad hasta algún detalle de la escena que, aunque digitales, resultan bastante llamativas. Sí, esto es lo más sugestivo que he conseguido sacar de casi 120 minutos de filme.
Y esto pese a contar con un reparto suficientemente interesante, pues a Neeson lo acompañan el veterano Ed Harris (Pollock¸ La Roca, Enemigo a las puertas) como su único amigo debido a su anterior vida; Joel Kinnaman (la serie The Killing, el nuevo Robocop) como su hijo, con quién ha perdido toda relación; y Vincent D'Onofrio (El juego de Hollywood, Men In Black, El juez) como el único policía no corrupto de la ciudad. Además de un cameo (su aparición no se puede nombrar de otra manera) de Nick Nolte (Hotel Rwanda, Gangster Squad) hacia el final del filme.
Desgraciadamente, esta película convierte a unos buenos actores (y unos posibles buenos personajes) en clichés, una premisa que podría haber sido aceptable en anodina y aburrida, y un filme que podría haber sido más entretenido en largo y tedioso. Una pena, pues la premisa y el reparto parecían querer ofrecer algo más interesantes que el resultado final.
Collet-Serra y Neesom en la premiere de la película en Madrid.
Nick Nolte en una escena del filme.