Botones a miles: botones de la derrota, botones del deshonor, botones botín... camisas abiertas, cordones cortados, pantalones caídos... paredes abotonadas, tirantes trofeo, intendencia botonera... Es la guerra de los
botones
Después de "La guerra de los botones" de Yves Robert, estrenada en 1962, y de cuya película proceden las imágenes precedentes; tuvo lugar en septiembre de 2011 la curiosa guerra entre "las guerras de los botones": dos remakes franceses de la película que coincidieron sorprendentemente en la época de rodaje y casi (por una semana de diferencia) en su estrerno en las salas francesas. Que esto haya sucedido y que ambas fueran records de taquilla en la semana de su estreno da idea del interés de esta comedia infantil que, sin pretensiones adicionales, posee una autenticidad y factura logradísimas.
Hay que destacar que la película se basa en la novela autobiográfica del maestro rural francés Louis Pergaud y recoge en ella muchas de sus experiencias como maestro rural. Aunque escrita en 1912, el director sitúa la escena en plena II Guerra Mundial, escalando el comflicto a la rivalidad entre los niños de dos aldeas franceas: Longeverne y Verlans. En medio de esa ancestral contienda el líder de uno de los grupos de 13 años llamado Lebrac, es el artífice de una idea que origina el inicio de la "guerra de los botones": Se le ocurre quitarle a los enemigos prisioneros los botones para que vuelvan humillados a sus casas. A partir de entonces, aquel pueblo que consiga arrebatar el mayor número de botones ganará la contienda: la suerte está echada.
Como todo el cine en blanco y negro, la película me evoca recuerdos infantiles: por la época en que la vi (hacia los 8 años, en 1965) y por los numerosos momentos argumentales que coincidían con mi realidad infantil. Yo también pertenecía a una pandilla: conocí la responsabilidad de un pequeño liderazgo, la exploración de los campos, la excitación de una batalla (las famosas "dreas" con tirachinas), el pánico de las emboscadas, la humillación de una derrota, la crueldad de los vencedores... Compartí el uso del tirachinas, la lucha con espadas, las rodillas peladas, los chichones, las carreras...incluso en el vestido (sin la boina, eso sí) encuentro parecidos. La rivalidad de los niños de estos dos pueblos franceses me resulta familiar.
La película, una aparentemente sencilla comedia para niños, incluye referencias de interés general: explica como se forman y funcionan los grupos sociales, las concepciones que les inspiran (igualdad, disciplina, distribución de tareas, sanciones...). Se definen los códigos de conducta en la contienda aceptados tácitamente por los contendientes: la tregua, el honor, la deshonra... Se exponen las tácticas: la planificación de los combates, la intendencia, la estrategia para minimizar costes y maximizar beneficios... No se esconde el uso de la violencia para con los animales en algún momento. La incorporación de novedades tecnológicas (el uso de un tractor) distorsiona el mapa de límites establecido e insinúa el poder devastador del armamento nuclear en las contiendas.
Aunque se trata de una película menor, es merecedora de gran interés. Es una de esas cintas que, sin llegar a la maestría de una obra maestra, resultan imprescindibles en la historia del cine: una pequeña joya de nuestra infancia.